lunes, 17 de diciembre de 2012

CENOTES DE YUCATAN


Yucatán es una hermosa placa de roca caliza flotando en el mar Caribe, sobre la que frota a su vez un espeso mar de selva. Y entre esos dos mundos, existen conexiones.

Originalmente, los cenotes comienzan siendo una cámara subterránea que, conforme aumenta su tamaño, aflora a la superficie por colapso de la cúpula. Estos sistemas se formaron durante las épocas de descenso del nivel del mar que se produjeron en los pulsos glaciares del Pleistoceno, y son, en la mayor parte de los casos, ensanchamientos de complejas redes fluviales subterráneas que incluso pueden llegar al mar.  Eso, en lo que a lo que a geología se refiere. La parte fascinante es que son, probablemente, el único lugar de la tierra donde se puede levitar, en un onírico vuelo, entre estalactitas, estalagmitas, banderas y estrechas salas. La visibilidad dentro de estos conductos de agua dulce es casi infinita, así como la oscuridad. La cercanía de una nueva entrada (un nuevo cenote) produce mágicos juegos de luces, y los haloclinas (zonas de contactos de agua dulce y salada), genera el efecto de una alucinación pasajera. Nosotros tuvimos la suerte de hacer tres inmersiones en dos cenotes: Un par en Dos Ojos y otra en el Taj Mahal.


CENOTE DOS OJOS




Cerca de Tulum, se encuentra este comercial (y no por ello menos bello) cenote. En nuestras latitudes no estamos acostumbrados a la presencia de la selva, pero no es menos sorprendente toparnos con esta suerte de oasis azul en mitad de ella. Chepo, nuestro guía, nos propone dos inmersiones, la Línea barbie y la Baticueva.




LINEA BARBIE






Nada más entrar en la zona de snorkel, nos sumergimos hacia el este, para irnos introduciendo en cavernas poco profundas llenas de formaciones hacia la sala que da nombre a la inmersión. Contratiamente a lo que inicialmente creíamos, no hay sensación de claustrofobia, ni tampoco resulta complicado mantenerse a una profundidad intermedia que evite toparnos con el techo, o remover el fondo cenagoso.


Algunos pececillos nos acompañan, más de los que cabe esperar en estas oscuridades. Se alcanza, tras unos 300 metros la sala amplia de la Barbie. Hay una de estas simpáticas muñecas siendo devorado por un caimán tan de plástico como ella… los buzos tienen sentido del humor. El regreso se realiza por otras


galerías paralelas. Se pasa alguna cueva relativamente estrecha, o al menos, no tan ancha como las anteriores. Se alcanza el cenote desde el que nos sumergimos desde otra entrada. Han sido unos 50 minutos. Estamos algo fríos (hemos ido con el traje corto), y agradecemos el sol de mediodía. Sin pasarnos de descansar, nos disponemos a acometer la siguiente inmersión.

BATICUEVA

 Nos internamos de nuevo en el agua, da la impresión de más frío. Tomamos una galería que sale, más o menos, en dirección contraria a la Barbie.



El ambiente y longitud es similar, con bellos juegos de luces a cada momento. Salimos a la superficie en la famosa ‘Baticueva’, un cenote muy cerrado en el que hay una estrecho acceso desde la superficie. Aún se conserva una escala de madera y metal por la que, en tiempos, se accedía.








Un accidente hizo que el acceso ‘normal’ fuese otro. En la cúpula de la sala, hay bastantes murciélagos, a los que incordiamos con nuestras linternas.
El regreso, nuevamente, transcurre por un camino diferente. Esta inmersión ha sido algo más corta, unos 40 mn.

TAJ MAHAL



No resulta para nada pretencioso el nombre de este cenote, un auténtico palacio acuático. Llegamos pronto, y no hay nadie buceando, y eso añade un poco más de encanto al ya de por si precioso entorno. El agua está (o al menos, así nos parece) más fresca que en Dos Ojos, y desde luego que más habitada: unos pequeños pececitos nos hacen un servicio de ictioterapia en los pies totalmente gratis. La inmersión transcurre por un entorno parecido al del otro cenote que conocemos.



Es destacable un haloclina que se forma en la zona en que el agua dulce entra en contacto con la salada. Si bien es posible emerger en otras entradas al sistema Taj Mahal, Chepo decide que es mejor no hacerlo para evitar problemas en los oídos. Salimos en una pequeña sala, justo antes de finalizar la inmersión.



… Y UN POCO DE CARIBE.






Desde luego que los cenotes definen la diferencia de Yucatán como zona de buceo. Pero si no existieran, también merecería la pena ir. En Akumal (donde estábamos viviendo), hay MUCHAS tortugas,

se ven a pocos metros de la orilla y resultan unos animalitos encantadores.


En el arrecife hay multitud de peces, y las salidas con tubo son un clásico. Además del snorkel, hicimos un par de inmersiones en las cercanías:




LA BOYA


Es un arrecife de aguas muy azules don de vimos, entre otros muchos peces, una raya de cola ancha.

LOBSTER REEF


Parecida a la anterior, vimos bastantes tortugas, una barracuda, peces loro...


















MAS DATOS:

  • Nosotros buceamos con AKUMAL DIVE CENTER
  • En Dos Ojos hay un fotógrafo (sí, increible) que saca fotos a la gente. Al principio nos pareció una auténtica gringada, pero la verdad es que las hacen muy bien.
  • Merece tanto la pena ir a Yucatán por el mar y los cenotes como por las ruinas. Chichen Itza, Coba, Tulum... Mejor alquilar coche y madrugar a ir con la ‘borregada’ transportada en autobuses.




lunes, 26 de noviembre de 2012

MONTAÑA VIRTUAL

Hace unas semanas, me sentí como un verdadero gañán durante un paseo por el Matagalls, al ver como mi móvil se reseteaba una y otra vez a causa del frío. En el smartphone (un Android) llevaba la cartografía, el track que debíamos seguir, la brújula e incluso la linterna. Ah, y en caso de que nos separásemos, por estas maquinitas también se pueden hacer llamadas. Eso me animó a escribir este relatillo, que ha sido publicado en el Desnivel de diciembre.Me identifico plenamente con el protagonista, pero todo es falso (excepto el olor del mapa de Gredos, aún lo conserva después de 2o años...)



!!!Mierda ¡¡¡¡¡. Otra vez me ha pasado lo mismo. He intentado descubrir la bandeja de la comida con la mano derecha y, !zas¡ la he vuelto a tirar. Jamás logro recordar el vendaje que llevo en esa mano. Tras retirar la tapa (nunca mejor dicho, es la segunda vez que la tiro en lo que llevo de día), percibo el familiar y entrañable aroma de una tortilla de atún.





De los cinco sentidos, es sin duda el gusto el que es capaz de traerte recuerdos de manera más nítida y rápida. Y el olor a tortilla de atún, porta ante mis ojos aquel mapa de Gredos que convivió junto a un bocadillo en el bolsillo de mi mochila Altus.... hace muchos, muchos años, cuando los mapas eran de papel y la comida nunca era liofilizada.

Ahora, todos los sabemos, nadie llevaría consigo comida de esa que hay que cocinar ni, mucho menos un mapa ‘físico’ (o sea, de papel). Claro, que si aquel domingo fatídico lo hubiera llevado... no os estaría contando esta historia, ni estaría ahora en la aséptica habitación de un hospital.

La excursión estaba planificada a conciencia. Quería hacer una matinal por el Puigmal, así que procedí como se debe hacer en estos casos: colgando en el foro de ‘Ciberclimbing.es’ una entrada pidiendo a la comunidad de Ciberclimbers información sobre una ruta chula en esta montaña. No tardaron ni dos horas en responder varios amigos (bueno, en realidad nunca los he visto, pero yo los llamo así). Iceaxe, uno de los más activos en la red, me mandó un enlace a ‘Wikiloc.com’ con una ruta que pintaba, muy, pero que muy bien. Para confirmarlo, y para que no creáis que soy un crédulo, miré la puntuación que le daban en ‘Climbadvisor.net’. !Nada más y nada menos que 9.45 puntos sobre 10¡. Inmediatamente, me bajé el track del Wikiloc, y puse el emule a descargar el mapa digital del Puigmal. También miré la previsión del tiempo en varias Web. No daban muy bueno, pero en ‘Accurateweather.ly’ decían que entre las 9:23 y las 12:57 UTC, habría una ventana de buen tiempo en esa zona. Así que ya tenía todo lo que necesitaba. Traspasé todo a mi smart phone y a dormir.

A las 9:00 me encontraba en el parking de Fontalba. Consulté el pedazo teléfono, y en Accurateweather corregían la previsión de ayer. Tendría buen tiempo de 9:07 a 12:54. Así que, aunque hiciera un día de perros, !ala¡, a caminar. En Accurateweather nunca fallan. Nada más bajar del coche, puse a grabar el track que me ayudaría a volver sobre mis pasos en caso de retirada. Como ya os he dicho, soy superprudente. La niebla y la ventisca no dejaban ver el itinerario ‘físico’, pero, con mi programa ‘Trackfinder’ no hay problema. Miro la hora, y según mi móvil son las 9:34. Qué raro, tenía que haber llegado ya la famosa ventana. Progreso con gran esfuerzo abriendo huella en la nieve, y pienso que más me habría valido entrenar a perder el tiempo buscando en la red cómo entrenar. Saco de nuevo el movil para ver si estoy tan perdido como me lo parece. Desbloqueo la pantalla, localizo el icono de la app y... ¡maldición! !mi guante no es capacitivo¡. Me lo quito y, torpemente, abro con mi dedo (capacitivo) la fabulasa aplicación Trackfinder. Me confirma que estoy en casadiós. Gracias a la app ‘Mountain Compass’ consigo localizar el norte, y  gracias a ‘Real time watch’ compruebo que es tardísimo. No os creáis que perdí el control de mi mismo. A ello me ayudó un whatsapp de Iceaxe (al que no tengo el gusto de conocer personalmente) con un simpático emoticón. Cuando sí que perdí el control totalmente, fue la quinta vez que saqué el móvil y, consiguientemente, la mano del guante, y éste último decidió salir volando. No hay app en el google market que pueda evitar semejante tragedia. El intenso frío, la niebla y la ventista hizo que la mano se me agarrotara como si fuera madera. No conseguía pulsar nada coherente en el teclado capacitivo. A falta de puntería dactilar, probé con la nariz, pero sólo conseguí un mocazo ‘físico’ en mitad de mi mundo virtual. Y, sí, amigos, llegó ese trágico momento que todo montañero ha tenido en las peores pesadillas. !Se agotó la batería¡. !Qué desgracia¡. No podría despedirme de mis amigos de la red (a los cuales no les he puesto nunca cara), hacer una entrada en el facebook anunciando al mundo mi desaparición ‘física’ o amenizar la tediosa agonía con una partida de Angry Birds. Ya véis, una persona hipersocial como yo, con más de 200 amigos en el facebook, muriendo sólo. En esas disquisiciones estaba cuando me pareció ver a lo lejos unas siluetas. Instintivamente, eché mano al bolsillo, en busca del móvil y, más concretamente, de la aplicación ‘Emergency Flash Light’. A falta de de ello, emití un ‘físico’ berrido que habría llamado la atención al mismísimo San Steve Jobs (QPD). Gracias a Dios, esas dos siluetas cambiaron su rumbo hacia mi. Eran una obsoleta pareja de intecnificados, que, afortunadamente, disponían de un precioso mapa ‘físico’ de Alpina, sin olor a tortilla de atún. Este olía a gloria.

domingo, 26 de agosto de 2012

KAILASH, LA MONTAÑA MÁS SAGRADA DEL PLANETA

Todas las religiones tienen sus lugares sagrados, sitios en los que se han producido importantes acontecimientos, revelaciones o martirios. Pero pocas veces convergen varias religiones en un mismo lugar. Cuando cuatro creencias, con cientos de millones de fieles creen que una montaña alberga la morada de sus Dioses, y es el centro del universo, es difícil evitar el sentimiento místico de que se trata de un lugar mágico. Y si, además, se tiene la fortuna de contemplar la infinita belleza de sus crestas, paredes y helados graderíos, ese sentimiento se transforma en certeza.






Budistas, hinduistas, jainistas y los antiquísimos bon consideran esta montaña sagrada. La tradición hindú afirma que la montaña es el linga (falo) del dios Shivá y el lago Manasarovar, situado en su valle, como la ioni (vulva) de su consorte Párvati. Según la descripción de los Puranas, el monte Kailāsh es el pilar y centro del mandala del mundo. Sus cuatro laderas están hechas de cristalrubíoro y lapislázuli. Tiene 84 000 leguas de altura. Está situado en el corazón de seis cadenas montañosas, simbolizando un loto indio. Los cuatro ríos que fluyen desde el Kailāsh fluyen a los cuatro extremos del mundo y lo dividen en cuatro regiones. Estos ríos existen, y son el Indo, el Brahmaputra, el Sutlej y el Karnali (afluente del Ganges). Con toda esta carga religiosa y antropológica, el valor paisajístico y, sobre todo, el deportivo, queda relegado a una excentricidad occidental.

Darchen (4.560 m), el punto de partida para el Kora. No es un lugar agradable. Además, el grandioso paisaje que lo rodea pone aún más en evidencia sus sucias y polvorientas calles. Tampoco ayuda a mejorar el ambiente los numerosos perros que deambulan por las calles. Según nuestro guía, en esta zona, los funerales celestes (consiste en trocear los cadáveres para que los buitres se coman a los difuntos) terminan siendo funerales caninos. Les gusta la carne humana... Antes de entrar al paraiso, hay que pasar por el infierno. 


12 DE AGOSTO. DARCHEN - MONASTERIO DIRA PUK


El amanecer nos premia con unas preciosas vistas del Gurla Mandata, una 'tachuela' de 7.728 m.




Una furgoneta nos acerca al primer punto de prostación (hay 4), ahorrándonos caminar por los alrededores de Darchen. Son las 8 y hace bastante fresco, se agradece entrar en movimiento. Una manada de perros cimarrones localizan un rebaño de cabras montesas y sale en su persecución. Sin duda, las cabras se encuentran en su medio natural, y no les cuesta mucho frustrar las aspiraciones de los perros. Tras el espectáculo de la jauría, nos adentramos en el valle del Lha Chu. Las montañas que tenemos a la izquierda nos hacen pensar en el Baltoro, no tanto por sus dimensiones como por su color. El día es luminoso, y el cielo de un azul cobalto. ¿Podemos pedir más a la vida?




Contrariamente a lo que imaginaba, no hay demasiados peregrinos. Sólo algunos tibetanos, pero ningún Indio. Pasamos algún monasterio, como el de Chuku, y varias ruinas de Chorten (estupas) destruidas durante la revolución cultural





Estamos ansiosos de contemplar el Kailash, y no tardamos mucho en contemplar su espectacular cara oeste.








Nos detenemos en un Tea House donde el guía y los porteadores almuerzan. Si bien el camino está bastante más limpio de lo que esperábamos, los alrededores de este punto de descanso están llenos de basura. Continuamos nuestro periplo ganando altura poco a poco.



Dirapuk es un monasterio destruido en la revolución cultural y reconstruido en 1985. En sus inmediaciones hay un campamento especialmente pensado para los peregrinos Indios, y que es nuestra meta para hoy (4920 m). Hasta aquí hemos tardado 5 horas, parando muchas veces y caminando lento. El desnivel es de unos 300m. 






Somos muy afortunados, y entramos en una especie de refugio metálico con unas amplias ventanas y que nos proporciona unas vistas espectaculares de la cara Norte del Kailash.




El tiempo comienza a empeorar, a la vez que llegan los peregrinos indios montados en caballos. Hay muchísimos.

En cuanto la climatología nos da un respiro, salimos hacia el glaciar de la cara Norte. El punto más cercano a la cumbre al que se puede llegar. Subimos a buen ritmo, adelantando a los Indios que, en general, están mal aclimatados. Empezamos a darnos cuenta de la trascendencia que tiene este lugar para los Hindúes, cuando vemos personas de avanzada edad, con cara de sufrimiento y que a todas luces no han estado nunca en la montaña, ascendiendo por la morrena del glaciar. Son gentes venidas de Delhi, Kalkota u otras poblaciones, cuyo clima y altura nada tiene que ver con los rigores del altiplano. Y llegamos al pie del glacial. A los pies de Shiva.






Un grupo de Hindúes está ya junto al hielo. Están realizando ofrendas a su Dios, en su mismo hogar.


Son muy simpáticos, y nos animan a unirnos a ellos, así como a hacerles fotos. Rezan, tiran rupias y semillas al hielo, queman incienso y fotografían un álbum de fotos de sus familiares junto al hielo. Supongo que será una forma de dotar de presencia a aquellos que no han podido ir.




No soy religioso. Ignoro si fue debido al entorno, a la profunda fe de los que allí estaban, o a que, realmente, esta montaña está hecha de algo más que de roca y nieve, pero se produjo un momento en el que, al abrazar el hielo, beber el agua del recién nacido Indo o construir un pequeño hito, sentía que todo ello era más trascendente de lo que aparentaba ser.


Allí quedo este pequeño montoncito de rocas. Espero que sigas por muchos años allí, repitiendo eternamente plegarias de felicidad, en las puertas de la morada de Shiva.

13 DE AGOSTO. DIRA PUK - ZUTUL PUK


Todos los trekking tienen su día clave, un nudo gordiano que determina finalizar victoriosamente, o regresar sobre los propios pasos. Hoy es ese día, el día en el que se debe atravesar el paso de Drolma – la (5630 m).

Amanece con muy mal tiempo. Al poco de salir, comienza a nevar. No hace mucho frío, y los copos se derriten nada más caer sobre nosotros, empapándonos al instante.




No podemos quejarnos. Los tibetanos que, a diferencia de los Hindúes, pasan el collado a pie, llevan ropa de lana o algodón. Son gente muy curtida, y nos hacen sentirnos delicados, bajo nuestros abrigos de Gore Tex.




Cuando llevamos un par de horas, comienzan a adelantarnos los Hindúes subidos en sus monturas. Pese a que ellos no van a pie, se hace patente en sus rostros que el paso del Drolma – la, especialmente con este tiempo, es una empresa muy dura.

La altura se hace notar. En otras condiciones, habríamos parado frecientemente a descansar, contemplar el paisaje o hacer fotos. No es el caso, y hay ganas de llegar al paso.


Para los Budistas, el pasar el Drolma – la representa un renacimiento. Claro que para volver a nacer antes hay que morir, y eso es precisamente lo que (simbólicamente) hacen en la roca Shiva – tsal. Cada fiel debe dejar algo propio allí, como un mechón de pelo, dientes o incluso una gota de sangre en un pañuelo.

Tras 3 horas de ascenso, alcanzamos el collado. Así lo anuncian las abundantísimas banderas de oración. Los Indios desmontan en ese punto y continúan el descenso a pie.




Los Budistas continúan a pie, después de haber renacido.

Nos conmueve observar a mujeres muy mayores caminando por los senderos nevados, ayudadas por porteadores o familiares. Algunos, lloran de emoción.

Unos cientos de metros más abajo están los lagos Gauri Kund (lago de la compasión). Supuestamente, los Hindúes deben bañarse en este punto, pero hoy no es día.



El descenso del paso lo hacemos con mejor tiempo. Deja de nevar, y una tenue neblina convierte el paisaje, hasta ahora hostil, en misterioso.




El camino es al principio muy vertiginoso. Al llegar a una Tea House, se convierte en una pista. Desde este punto hasta nuestro destino, Dira Puk, se hace largo. Llegamos a las 17h, han sido 9 horas de caminata y unos 600 m de desnivel.








Nos alojamos en una casita de piedra, no muy cómoda pero seca. Montamos nuestras particulares  'banderas de oración'.


14 DE AGOSTO. ZUTUL PUK - DARCHEN


Casi no he dormido. El estómago me ha dolido mucho y el aliento me huele a rayos. Al levantarme casi no tengo fuerza para atarme las botas. No hay más remedio que 'sufrir el deshonor' de que mi mochila sea llevada por los compañeros. Llueve y hace viento. Las dos horas y media de camino que restan a Darchen se me hacen interminables. Mientras camino, se me cierran los ojos. Un mal día, en el que no había grandes paisajes que ver y que, en cualquier caso, no habría apreciado.