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martes, 24 de octubre de 2017

La Vanoise, los Alpes ¿desconocidos?



Con su centrada posición en el occidente europeo, los Alpes han forjado la historia del montañismo en el viejo continente. Y es esa misma posición lo que hace a los Alpes unas montañas de fácil acceso e, inevitablemente, saturadas.


Y fue así, buscando un poco de originalidad y ‘soledad’ por lo que decidimos visitar el Parque Nacional de La Vanoise.



El objetivo principal del PN fue proteger el Ibex, y abarca 53.000 Has. Contiene más de 100 cimas superiores a los 3.000 m y ningún cuatromil (mejor). Su cima más elevada es la Grande Casse, de 3.855 m, y tiene 17 glaciares ‘decentes’. Todos estos datos deberían bastar para que planifiquemos inmediatamente una visita.


Durante nuestra visita, no ascendimos a ninguna cumbre importante, y nos dedicamos al randonee, tan popular entre nuestros vecinos franceses.

Zona de Pralognan la Vanoise



En Pralognan establecimos nuestra base de operaciones por varios días

Como primera actividad, aprovechando las pocas horas de las que disponíamos, subimos al Mount Cochor (corriendo, eso sí) . El track de subida, pinchando aquí

El tiempo fue espectacular, y después de la paliza de conducir fue una manera perfecta de estirar las patas.

El Col de la Vanoise



Es una de las excursiones de un día más repetidas, y está bastante saturada. Pero razones, no faltan para tanta popularidad… Aquí dejo el Track La ruta comienza en el parking de Les Fontanetes, en Pralognan. No hace falta tirar mucho de cartografía, ya que tanto las indicaciones como el camino son magníficos.

El Refugio de Barmettes es precioso, y dada la cercanía al coche funciona más como cafetería o restaurante. Tras el refugio, la alucinante aguja de Moriond (2.298).


La Grand Casse, el gigante del parque, nos hace compañía gran parte del recorrido.

El Lac des Vaches es uno de los rincones más fotografiados del recorrido, no tanto por su espectacularidad como por su curioso ‘puente’.

Tras superar el Lac des Vaches, el camino gira al Sur, pasando junto al Lac Long

El Col de la Vanoise no se hace esperar demasiado. Hasta aquí hemos salvado unos 800m.
En el collado se encuentra el refugio del mismo nombre, y una numerosa población de marmotas.


Estos simpáticos habitantes alpinos están muy ‘maleados’ por los excursionistas, que no pueden evitar darles comida. Sin embargo, deberemos evitar la tentación, ya que les podemos generar problemas de salud, además de retirarles definitivamente la categoría de animal salvaje.

Comenzamos a cerrar el recorrido descendiendo al lago de Assiettes (que está seco). Dejamos la aguja de Moriond a nuestra derecha. Algo más abajo, una bifurcación nos hace dudar. En ella, un cartel advierte de la precariedad del camino y posibles problemas para cruzar el río en caso de continuar valle abajo (que es el camino más lógico). Lo frecuentado de la ruta nos hace preguntarnos si realmente es tan complicado, o bien es para evitar problemas con los senderistas menos avezados… finalmente, optamos por el camino ‘seguro’, para lo cual hay que ascender un colladito de unos 100 m de desnivel.

Al otro lado del cordal, bajamos rápidamente hasta las cercanías del refugio de Barmets. Desde allí, el camino hasta el parking nos es conocido.
En total, tardamos 5h y media, a ritmo muy tranquilo, para recorrer los 17 Km y 975 m de desnivel.

El Petit Mont Blanc (2.677m)



Dosmil metros (y pico) por debajo del Mont Blanc ‘de verdad’, esta pequeña montaña nos ofreció un bonito paseo y unas espectaculares vistas de las montañas de verdad de la Vanoise.

Esta bonita excursión comienza en la carretera D124 (Route des Prioux) , al sur de Prolognan, donde existen varios aparcamientos. Dejo aquí el track.


Nosotros elegimos uno situado a 7 Km de Prolognan, a unos 1.730 m. Desde el aparcamiento, se toma una pista que cruza el río y que después dejaremos para tomar el camino dirección Norte. Encontraremos carteles que ayudan e seguir el camino, que está trazado por la ladera Este del valle.

Los paisajes mejoran a medida que ganamos altura, disfrutando de unas preciosas vistas de los glaciares y montañas en la ladera opuesta.

El Dome d’el Arpont, DOme des Nantes, Dome de Chasseforet y otros nos acompañan todo el camino. El punto de inflexión es el Col du Mone, de 2.533 m.

De allí a la cumbre, sólo queda un repecho.


El paisaje desde allá es precioso. Puede verse la Grand Casse, Prolognan y el recorrido que hicimos el día anterior por el Col de la Vanoise.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Volcanes en el confín de la tierra

A veces las montañas no están cerca. Otras están bastante lejos. Pero de las que os hablaré en las próximas entradas, son remotas. La pregunta es: ¿Qué pueden tener de especial como para que merezca la pena ir?



¿La altura? No. Tampoco la dificultad, fama, belleza o cualquier otro de los atributos que, habitualmente, aportan la energía suficiente como para salir de nuestra zona de confort y echarnos al monte.

En este caso, la razón no han sido las montañas en sí mismas, sino el lugar donde se encuentran. Un lugar singular, único en la tierra, donde coexisten volcanes activos, enormes zonas despobladas, y animales a los que no solemos ver cerca de casa.



Unas pinceladas geográficas. La península de Kamchatka se encuentra a 160º de longitud, a sólo 20º del lugar donde pasamos de un día a otro con solo movernos unos pasos. Algo más al Este de la costa Este de Australia, para hacernos una idea.


En cuanto a la latitud, se encuentra entre los 50º y 60º (Helsinki está a la misma latitud que el Norte de la península). Nada más y nada menos que 11 zonas horarias la separan de Moscú. En definitiva, está en la otra punta del mundo.


De 1.250 km de largo y hasta 440 de ancho (97 km en el istmo), la península de Kamchatka es atravesada por dos cadenas de montañas volcánicas paralelas. Una treintena de volcanes permanecen activos, y un número mucho mayor se encuentran extintos. La actividad volcánica es patente, y se ve reflejada en el paisaje, los núcleos urbanos e incluso en la cultura nativa.



La mayor altura de la isla es el   Klyuchevskaya Sopka (4,750 m), al cual no pudimos ver a pesar de estar a escasos 30 Km de él. Y es que la climatología es un serio actor a tener en cuenta por aquí…
Resulta muy complicado, si no imposible, viajar de forma independiente por la península. Es posible llegar a algunas poblaciones relativamente lejanas, pero una vez allí, es imprescindible contar con el apoyo de alguna agencia para las aproximaciones.


Además, debe tenerse en cuenta la abundancia de osos pardos, los cuales han causado más de un accidente. Al final de las entradas detallaré algo más las cuestiones logísticas. Nosotros nos movimos con ‘The Lost World Tours’, que aportaban transporte (uno monstruoso camión 6x6), guía, traductora, cocinera y en general todo el respaldo logístico necesario.


Nuestros objetivos en Kamchatka eran bastante variados, pero uno de los principales era conocer y disfrutar del carácter volcánico de la península. La fauna (especialmente los osos), el paisaje en general y una enorme curiosidad fueron otros aspectos que nos animaron a volar los 9.274 que separan Barcelona de Petropavlosk Kamchatki. Los aspectos menos motañeros, y la logística están recogidos en el blog de viajes EL CAMINO DEL CORAZON


En las siguientes entradas, describiré la ascensión de los cuatro volcenes a los que tuvimos la suerte de ascender.

jueves, 22 de mayo de 2014

ECUADOR CONTINENTAL: RECOPILACION DE FOTOS

Ahí va un puñado de fotos del viaje a Ecuador.

Click en la foto para acceder a la colección.



viernes, 26 de abril de 2013

VOLCANES MERIDIONALES


Cuando llegas a la cima del Ngauruhoe piensas: si te tiras a la caldera del Estrómboli o quizás del Vesubio, probablemente saldrás por el agujero que tienes enfrente. Es absurdo, lo sé, pero ¿no es absurdo venir desde la otra punta del mundo para subir un volcán?. Literalmente, Nueva Zelanda, es eso, La Otra Punta del Mundo.






Nueva Zelanda parece haber sido diseñada por un poderoso buscador de escenarios. Dios es director de cine. Y los habitantes (y visitantes) de las islas, sus figurantes. La Isla Sur reúne escenarios de alta montaña en los Alpes Meridionales, profundos fiordos en la costa norte y una espesa selva sub tropical en la Oeste. Desafortunadamente, los extraños bichos que poblaban estas extrañas tierras, fueron extinguidos o están seriamente amenazados. 



La isla Norte, aporta unos platós totalmente diferentes, con zonas de intensa actividad volcánica, grandes lagos y ciudades vanguardistas. Quien me dijo que era igual que Asturias no iba bien encaminado… Y en toda esta variedad, decidimos dar una vuelta por aquello que más difícilmente encontramos en Europa, los volcanes.



El Parque Nacional de Tongariro es el parque nacional más antiguo de Nueva Zelanda, situado en el centro de la Isla Norte. Fue reconocido por la Unesco como uno de los lugares Patrimonio de la Humanidad de carácter mixto, porque mezcla cultura y naturaleza. Es el cuarto Parque Nacional establecido en el mundo. Las montañas volcánicas activas Ruapehu, Ngauruhoe y Tongariro se encuentran situadas en el centro del parque.


Hay varios sitios religiosos maoríes dentro en el parque. Muchas de las cumbres de montañas son denominadas “Tapu”, una palabra que describe un lugar altamente sagrado.
La caminata que realizamos en abril, comienza en la vertiente Oeste del Tongariro, y es punto de partida del Tongariro Alpine Crossing, una ruta clásia que recorre el parque desde Mangatepopo hasta Ketetahi. Lo primero que sorprende es lo poco salvaje que es todo en NZ. O mejor dicho, la afición de los Kiwis (así gustan ser llamados los Neozelandeses) por domesticar la naturaleza. El camino está perfectamente trazado, balizado, entarimado y escalerizado (si es que existe esta palabra). 


No hay lugar para la improvisación, la duda, ni el pipí clandestino detrás de un pedrusco. Se asciende cómodamente, y sin desnivel excesivo hasta las rampas del collado que separa el cráter Sur del Tongariro del impresionante Ngauruhoe (2.287 m). Hasta este punto, se viene a tardar 1,5 a 2 horas. Desde allí se accede a la amplia caldera de cráter Sur, y en 40’, a la cumbre del Tongariro (1.961 m). El paisaje es impresionante, árido y lunar. La perfecta silueta del Ngauruhoe hace que sea irresistible… así que volvemos a bajar hasta el collado para emprender su ascensión. 


Desde el collado, las tornas cambian considerablemente. No existe camino, y los mil trazados se pierden entre las escorias y cenizas volcánicas. No se deben tomar los ‘toboganes’ cavados en la ceniza por los senderistas que descienden, porque son precisamente para eso. 



La solución menos penosa es ascender por una espina rocosa que nos deja casi en la cumbre (2.287 m). Aproximadamente, hasta el borde del cráter 45’ a buen ritmo. 


El cráter es perfecto. Y un cráter perfecto es aquel de forma redonda, colores rojizos y apestosamente sulfuroso. No hay nadie en la cumbre, y tras disfrutar unos minutos, retomo el descenso, mucho más rápido que el ascenso. Al llegar al collado, 30’ después, me quito cientos de piedrecitas que han entrado en las botas.
El retorno al aparcamiento no lleva mucho más de una hora… pienso que habría sido más rápido salir por Estrómboli.

lunes, 26 de noviembre de 2012

MONTAÑA VIRTUAL

Hace unas semanas, me sentí como un verdadero gañán durante un paseo por el Matagalls, al ver como mi móvil se reseteaba una y otra vez a causa del frío. En el smartphone (un Android) llevaba la cartografía, el track que debíamos seguir, la brújula e incluso la linterna. Ah, y en caso de que nos separásemos, por estas maquinitas también se pueden hacer llamadas. Eso me animó a escribir este relatillo, que ha sido publicado en el Desnivel de diciembre.Me identifico plenamente con el protagonista, pero todo es falso (excepto el olor del mapa de Gredos, aún lo conserva después de 2o años...)



!!!Mierda ¡¡¡¡¡. Otra vez me ha pasado lo mismo. He intentado descubrir la bandeja de la comida con la mano derecha y, !zas¡ la he vuelto a tirar. Jamás logro recordar el vendaje que llevo en esa mano. Tras retirar la tapa (nunca mejor dicho, es la segunda vez que la tiro en lo que llevo de día), percibo el familiar y entrañable aroma de una tortilla de atún.





De los cinco sentidos, es sin duda el gusto el que es capaz de traerte recuerdos de manera más nítida y rápida. Y el olor a tortilla de atún, porta ante mis ojos aquel mapa de Gredos que convivió junto a un bocadillo en el bolsillo de mi mochila Altus.... hace muchos, muchos años, cuando los mapas eran de papel y la comida nunca era liofilizada.

Ahora, todos los sabemos, nadie llevaría consigo comida de esa que hay que cocinar ni, mucho menos un mapa ‘físico’ (o sea, de papel). Claro, que si aquel domingo fatídico lo hubiera llevado... no os estaría contando esta historia, ni estaría ahora en la aséptica habitación de un hospital.

La excursión estaba planificada a conciencia. Quería hacer una matinal por el Puigmal, así que procedí como se debe hacer en estos casos: colgando en el foro de ‘Ciberclimbing.es’ una entrada pidiendo a la comunidad de Ciberclimbers información sobre una ruta chula en esta montaña. No tardaron ni dos horas en responder varios amigos (bueno, en realidad nunca los he visto, pero yo los llamo así). Iceaxe, uno de los más activos en la red, me mandó un enlace a ‘Wikiloc.com’ con una ruta que pintaba, muy, pero que muy bien. Para confirmarlo, y para que no creáis que soy un crédulo, miré la puntuación que le daban en ‘Climbadvisor.net’. !Nada más y nada menos que 9.45 puntos sobre 10¡. Inmediatamente, me bajé el track del Wikiloc, y puse el emule a descargar el mapa digital del Puigmal. También miré la previsión del tiempo en varias Web. No daban muy bueno, pero en ‘Accurateweather.ly’ decían que entre las 9:23 y las 12:57 UTC, habría una ventana de buen tiempo en esa zona. Así que ya tenía todo lo que necesitaba. Traspasé todo a mi smart phone y a dormir.

A las 9:00 me encontraba en el parking de Fontalba. Consulté el pedazo teléfono, y en Accurateweather corregían la previsión de ayer. Tendría buen tiempo de 9:07 a 12:54. Así que, aunque hiciera un día de perros, !ala¡, a caminar. En Accurateweather nunca fallan. Nada más bajar del coche, puse a grabar el track que me ayudaría a volver sobre mis pasos en caso de retirada. Como ya os he dicho, soy superprudente. La niebla y la ventisca no dejaban ver el itinerario ‘físico’, pero, con mi programa ‘Trackfinder’ no hay problema. Miro la hora, y según mi móvil son las 9:34. Qué raro, tenía que haber llegado ya la famosa ventana. Progreso con gran esfuerzo abriendo huella en la nieve, y pienso que más me habría valido entrenar a perder el tiempo buscando en la red cómo entrenar. Saco de nuevo el movil para ver si estoy tan perdido como me lo parece. Desbloqueo la pantalla, localizo el icono de la app y... ¡maldición! !mi guante no es capacitivo¡. Me lo quito y, torpemente, abro con mi dedo (capacitivo) la fabulasa aplicación Trackfinder. Me confirma que estoy en casadiós. Gracias a la app ‘Mountain Compass’ consigo localizar el norte, y  gracias a ‘Real time watch’ compruebo que es tardísimo. No os creáis que perdí el control de mi mismo. A ello me ayudó un whatsapp de Iceaxe (al que no tengo el gusto de conocer personalmente) con un simpático emoticón. Cuando sí que perdí el control totalmente, fue la quinta vez que saqué el móvil y, consiguientemente, la mano del guante, y éste último decidió salir volando. No hay app en el google market que pueda evitar semejante tragedia. El intenso frío, la niebla y la ventista hizo que la mano se me agarrotara como si fuera madera. No conseguía pulsar nada coherente en el teclado capacitivo. A falta de puntería dactilar, probé con la nariz, pero sólo conseguí un mocazo ‘físico’ en mitad de mi mundo virtual. Y, sí, amigos, llegó ese trágico momento que todo montañero ha tenido en las peores pesadillas. !Se agotó la batería¡. !Qué desgracia¡. No podría despedirme de mis amigos de la red (a los cuales no les he puesto nunca cara), hacer una entrada en el facebook anunciando al mundo mi desaparición ‘física’ o amenizar la tediosa agonía con una partida de Angry Birds. Ya véis, una persona hipersocial como yo, con más de 200 amigos en el facebook, muriendo sólo. En esas disquisiciones estaba cuando me pareció ver a lo lejos unas siluetas. Instintivamente, eché mano al bolsillo, en busca del móvil y, más concretamente, de la aplicación ‘Emergency Flash Light’. A falta de de ello, emití un ‘físico’ berrido que habría llamado la atención al mismísimo San Steve Jobs (QPD). Gracias a Dios, esas dos siluetas cambiaron su rumbo hacia mi. Eran una obsoleta pareja de intecnificados, que, afortunadamente, disponían de un precioso mapa ‘físico’ de Alpina, sin olor a tortilla de atún. Este olía a gloria.

jueves, 12 de abril de 2012

Ben Nevis, el techo de UK

La pasada Semana Santa hicimos un precioso viaje por Escocia y las Highlands. Y la guinda, subir al mayor de los Munros, el Ben Nevis.




Un Munro es una montaña escocesa con una altura por encima de los 3.000 pies (910 m). Reciben este nombre por Sir Hugh Munro (1856–1919), quien elaboró la primera compilación de un catálogo de tales colinas, conocidas como las Munro's Tables ("Tablas de Munro").



Hay 283 Munros en Escocia, y el que más conocido, por ser el más alto y por ser la Meca de la escalada en hielo de UK, es el Ben Nevis. Sólo 1.344 m, pero muy al Norte, a 56ºN.

Hicimos la ascensión por la ruta normal, Pony Track, que no reviste ninguna dificultad. Qué fácil es escribir esto, 'no reviste ninguna dificultad'. Como adelantar con el coche, o cruzar una calle, es fácil, pero... cuidado, dificultad y riesgo no siempre van de la mano. En el caso del Ben Nevis, es la climatología perra que tiene la que le convierte en un Muro con carácter.



El camino comienza junto al centro de interpretación, y está muy marcado, con puentecitos para pasar los ríos y escalones en las zonas de mayor pendiente. En poco más de una hora se llega a un lago, a partir del cual comenzó a meterse la niebla, o más bien al revés, nos comenzamos a meter nosotros.

Hay algo de nieve en el camino, que progresivamente lo va cubriendo todo. Al llegar a la loma somital, está todo nevado, y son unos enormes hitos los que ayudan a llegar a la cumbre.

Resulta un tanto decepcionante. La cima es justo lo contrario a lo que un montañero espera: una afilada piedra colgada entre abismos. Se trata de un lugar ligeramente más alto que los circundantes, pero para nada relevante. Espero en la cabaña de emergencia (a pocos metros de la cumbre) a que llegue mi compañero de esta ascensión, Ina, que sube a la vasca. O sea, sin abrigarse y diciendo que qué bien le sienta a uno una brisilla por las mañanas...


En la bajada coincidimos con trillones de personas que suben aprovechando el día buenísimo que hace, concepto éste que en nada coincide con el de un buen día para los que somos del mediterráneo. Me sorprende especialmente las familias que suben con niños: ninguna madre española lo haría, seguro.

En la subida empleamos (descontando una parada en el lago) 2h 20' en superar los 1.380 m de desnivel.









jueves, 1 de septiembre de 2011

CARPATOS

Cuando fuimos al Caúcaso, todo el mundo me decía: 'Ah, vas a ver al Conde Drácula, ¿no?'. Curiosamente, esto no ocurre cuando visitamos la tierra del bueno de Vlad Tepes, Transilvania y los Cárpatos. Sea como sea, y se mire como se mire, el parecido entre los Cárpatos y el Caúcaso es nulo.


Ni por la gente, la cultura, el paisaje... y por supuesto, las Montañas. Su formación es coetánea y de un origen común a la de los Alpes, y abarca a 6 estados: Hungría, Eslovaquia, Republica Checa, Polonia, Ucrania y Rumania, siendo este último el país de los Cárpatos por excelencia. 


Cuando se observa un mapa de Rumanía, sorprende la forma que toma la cadena montañosa, ya que se repliega sobre sí misma formando un arco que encierra la meseta Transilvana. Y cuando observamos los Cárpatos desde el terreno, lo primero que nos sorprende son las enormes extensiones de bosque atlántico que pueblan sus laderas, de forma casi ininterrumpida. Sin duda, un buen país para los osos. 

Durante Agosto de 2011 tuvimos la oportunidad de visitar el país, disfrutando de su escaso turismo, sorprendente arte y, como no, de sus bonitos montes.


LOS MONTES RODNEI: ASCENSIÓN AL PICO PIETROSUL

El pico Pietrosul (2.303 m) es el más alto de las montañas Rodnei, situadas en Maramures. Situado entre el Tatras y las montañas Bucegi, forma parte del cierre norte del arco que conforman los Cárpatos.



La ascensión comienza en la ciudad de Borsa. Podemos elegir entre dejar el coche junto al hospital, o bien aprovechar la calle que sale a su izquierda y que remota la ladera (marcas blancas y azules). Nosotros hicimos esto último, y aparcamos nuestro flamante Dacia a unos 820 m. Se puede apurar más... pero realmente no merece la pena. Continuamos la pista, permaneciendo atentos a las marcas, las cuales no dejaremos hasta la cumbre. Se atraviesan unos apetitOSOS campos de arándanos, que gustan tanto a los humanos como a los plantígrados. No es raro encontrar osos por la zona, pero, según leimos y nos comentaron algunos montañeros Rumanos, no se meten con nadie... casi nunca. Si se va haciendo ruido, normalmente no serán vistos. La pista continúa por terreno arbolado, hasta llegar a una estación meteorológica a unos 1.760 m. 
 
Allí finaliza la pista, y es un lugar donde puede acamparse, caso de que se quiera estar más días por la montaña. Hasta aquí tardamos unas 2 horas. Poco más adelante, se cierra el valle en un bonito lago (Lacul Iezer). En esta zona, muy 'avalanchosa', murieron 15 Húngaros en 1944. Tras superar el lago, el camino trepa vertiginosamente por la ladera Norte del pico. No hay pérdida, solo hay que limitarse a seguir las zetas y aguantar la subida con toda la dignidad que se pueda.
Llegados a un collado (unos 2.280 m), sólo hay que continuar hacia la derecha para dar con la cumbre en pocos minutos. Unos hierros roñosos que aparentan fueron barandilla nos conducen a la cabañita (en ruinas) de la cima. En total, empleamos en 3h 15 m es ascender los 1500 m de desnivel acumulados. Fuimos a bastante buen ritmo, las reseñas marcan unas 6 horas. Creo que 4 horas (sin nieve) es un tiempo realista.
Arriba coincidimos con un caminante solitario que llevaba 11 días por las montañas de Maramures, dos Polacos y un grupo Rumano con el que coincidimos en la subida. El material que portan es al más puro estilo 'Gazela sport'. Los que llevan saliendo al monte 25 años sabrán el significado de esto.
A la bajada, nos mojamos (por fuera) y en Borsa nos mojamos (por dentro y con Ursus).



martes, 28 de abril de 2009

El Djebel Saghro, Atlas (Marruecos)

El Atlas es un sistema montañoso que recorre durante 2400 km el noroeste de África, desde Túnez por Argelia y hasta Marruecos. Su pico más alto es el Toubkal, con 4167m. El Anti Atlas discurre al Sur y paralelo al Alto Atlas, con una cota máxima alrededor de 3.400 en el Sirúa, situado en su nexo con el Alto Atlas; está separado por el valle del Dra del semidesértico Djebel Saghro, cuya cota máxima es el Amnalú n'Mansur (2.712 m). El Djebel Saghro es por tanto el fin del Marruecos fértil y da entrada al desierto.



En la Semana Santa de 2009, y siguiendo los consejos recopilados in situ en un viaje al Mgoum, decidimos visitar esta zona basáltica y seca, absolutamente diferente al Atlas que conocíamos.

El recorrido parte de Timdicha, muy cerca de Kelaa M’gouna, y en 5 jornadas tranquilas llega a Tagldit.

El itinerario es el siguiente:

* Día 1: Timdicha – Tidikit
* Día 2: Tidikit – Assaka n’Ouzzine
* Día 3: Assaka n’O uzzine – Irrazzou in Imlas
* Día 4: Irrazzou in Imlas – Igli
* Día 5: Igli – Tagldit (pasando el collado de Ko uaoch, 2592 m)


En marzo, alguno de los valles se presentaba verde y (relativamente) fértil, mientras que otros dejaban fuera de toda duda que el desierto está a dos pasos. Lo más llamativo del itinerario es, precisamente, la variedad de paisajes. En resumen, un buen destino si no se es excesivamente ambicioso en cuanto a retos deportivos o paisajes superespectaculares.

La ruta es más o menos la que aparece en este enlace: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=244459

... y las fotos pinchando la florecilla.