jueves, 1 de diciembre de 2016

AVACHA (2.741 m)

Avacha es el nombre de una hermosa bahía, el de un río, y también el de nuestra última ascensión por estas tierras. 



El Avacha, es una mole digna de mención, sobre todo cuando se observa desde el mar.

De cerca, es un buen “tocho”, engañoso en cuanto a sus dimensiones y muy atractivo por su cono perfecto. Sin embargo, es ensombrecido por su vecino, el Koryaksky, de 3.456 m, un auténtico montañote que, de haber tenido más tiempo y planificación, habría sido un magnifico objetivo.


El acceso al volcán es relativamente fácil, al ser muy cercano a Petropavlosk, si bien es imprescindible un 4x4 o camión todo terreno.


El campamento se encuentra entre el Avacha y el Koryaksky, a 850 m, y (a diferencia de lo que ocurre en otros volcanes) hay construcciones de madera permanentes muy recias.


La cercanía de la capital se nota en esto, y en lo confiadas que son las ardillas de tierra árticas (Spermophilus parryii).




Nos alojamos en una de los cómodos refugios de madera, y esa misma tarde estiramos las piernas ascendiendo a “El Camello”, una montaña cercana con unas vistas estupendas y que, con sus 1.255 m de altura, queda totalmente miniaturizada por sus enormes vecinos.





El paseo representa 6,5 Km (ida y vuelta) con 400 m de desnivel.

El viento es molesto en esta pequeña montaña. No queremos ni pensar cómo estará la cosa 1.500 m más arriba.


Por la noche hace un tiempo de pena. Llueve generosamente, y en la montaña probablemente caerá nieve, pero es el fortísimo viento lo que más nos inquieta. A la lluvia ya estamos más que acostumbrados, a estas alturas.

Amanece muy, muy feo. Llueve a ratos, pero el viento es lo que más nos preocupa, ya que el Avacha está muy cercana al mar y no es protegida por ninguna otra montaña.




Para desperezarnos, encontramos el primer reto del día a pocos metros del campamento. Las lluvias de la noche anterior se han llevado el rudimentario puente que cruzaba un arroyo cercano. Toca vadearlo, en ocasiones con poca fortuna.


Pasada esta primera dificultad, parece que las nubes se abren algo y empezamos a ver el cielo azul. Pero no nos confiemos, el viento sopla muy fuerte y en ocasiones dificulta enormemente el paso.

La ascensión a este volcán puede dividirse en dos partes. Una primera comprende el zócalo, una montaña de material volcánico más o menos consistente y que llega hasta los 2.000 m aproximadamente. La segunda es el cono propiamente dicho, con preciosas vetas rojas y que surge del zócalo majestuosamente.

El zócalo se ve en su totalidad. Sin embargo, el cono está envuelto en un nubarrón lenticular, señal de que el viento allí arriba es muy fuerte.

Cuando alcanzamos aproximadamente los 1.700 m el viento es tan violento que nos planteamos seguir adelante. De hecho, me extraña mucho que nuestro guía Vitaly no lo proponga, pero claro, es ruso y todos sabemos que los rusos ni sienten ni padecen.



Llegamos a una divisoria desde la que se ve el Pacífico. El sol ha salido y en la vertiente de sotavento se está muy cómodo. Continuamos por la loma hasta alcanzar un pequeño refugio.

Poco después, en las cercanías del cono, la niebla nos envuelve y el tiempo se vuelve francamente desapacible y fresco.

Lo que desde abajo nos parecían preciosas vetas rojas, es ahora un incómodo terreno arenoso. La pendiente es muy pronunciada, y el caminillo va zigzagueando y ganando altura con rapidez.


La nieve caída la noche anterior facilita mucho la progresión, es preferible a la escoria que conforma el cono.


Ya en las cercanías del cráter hay una cuerda (en nuestro caso, enterrada bajo la nieve) que ayuda en los últimos metros.

Arriba el tiempo es muy desapacible. Estamos bastante mojados, pero afortunadamente el viento no sopla tan fuerte como en el zócalo.




La niebla sólo nos deja atisbar el cráter unos pocos segundos.

 El descenso lo hacemos exactamente por la misma ruta. Sin embargo, parece mucho más recomendable descender, una vez en el zócalo, hacia la zona del camello.

La bajada nos ofrece unas espectaculares vistas del Koryaksky.


Nuestra última ascensión en la península ha sido bastante dura, tanto por las condiciones climatológicas como por los más de 2.000 m de desnivel que es necesario superar.

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RESUMEN 

Debido al viento, las alturas no fueron bien registradas por el altímetro
  • Altura mínima: 810 m
  • Altura máxima: 2.700 m
  • Desnivel acumulado: 2.200 m
  • Tiempo neto: 07h 10’
  • Distancia: 19 Km




miércoles, 9 de noviembre de 2016

MUTNOVSKY ( 2.322 m) Y GORELY (1.829 m)

Parece que nuestras plegarias fueron escuchadas, y en esta oasión pudimos subir con tiempo aceptable a dos de los volcanes más activos de la península : El Mutnovsky( 2.322 m) y su vecino Gorely ( 1.829 m)

Mutnovsky( 2.322 m) 




Nuestra primera ascensión en la península de Kamchatka, el volcán Plosky Tolbachik (3.085 m) nos dejó con la misma sensación de cuando estás hambriento, frente a un plato suculento, pero demasiado constipado para apreciar los sabores. Ascendimos los 1.500 m de desnivel, pero no saboreamos la recompensa: el mal tiempo sólo nos permitió olisquear el azufre y  percibir paisajes parciales y cercanos. Bellos, pero censurados por una niebla y lluvia que no nos abandonó en ningún momento.


El volcán Munovsky es uno de los más activos de la península, y se encuentra a unos 80 Km al Sur de Petropavlosk Kamchatski, la capital del  Krai de Kamchatka. Se accede a través del Vilyuchinsky Pass, desde el cual es visible (no para nosotros) el volcán homónimo.




Dejamos la carretera para internarnos, ya fuera de pista, hacia el campamento, situado entre el Gorely (nuestro siguiente objetivo) y el Mutnovsky. Unos neveros de bastante inclinación no parecen ser un impedimento para el 6x6 del ejército Ruso en el que nos movemos, y a media tarde ya estamos en una caseta de madera que sirve de comedor y cocina.



Hace un tiempo de perros; llueve, sopla mucho viento y la sensación es de bastante fresco. Pese a ello, vamos a un cerro cercano, Marmot Hill, donde tenemos el gusto de saludar a las marmotas que allí habitan.


Al día siguiente, las cosas pintan igual. Mal tiempo. Salimos resignados y enfundados en los impermeables hacia el cerro de la marmota, y luego, sin un sendero definido, hacia el SE.


Comenzamos a ganar altura, y al poco toca atravesar un nevero de nieve bastante dura y con cierta inclinación.





Superado el nevero, se alcanza un pequeño paso que da acceso al ‘Dangerous Valley’. El tiempo comienza a mejorar y observamos maravillados los tonos ocres del Valle Peligroso, algo muy destacable después de tantos días viendo todo en blanco y negro.


Avanzamos por terreno a ratos nevado, entre curiosas formaciones rocosas. Un poco más arriba, tenemos una vista excelente de la zona de fumarolas conocida como Verkhneye. El contraste del hielo de los glaciares, el vapor de agua y el amarillo del terreno es impresionante.


El Mutnovsky es en realidad un conjunto volcánico de 4 estratovolcanes, en el que destacan dos grandes cráteres de unos 400 m de diámetro.



Nos acercamos a las fumarolas, y el aire en sus inmediaciones se vuelve irrespirable. Pica la gargana y los ojos, así que mejor evitar el contacto directo con los vapores sulfurosos.




También pueden verse charcos de fango hirviente, e incluso algún riachuelo ebulle al pasar sobre una zona especialmente caliente.


Ascendemos hasta el borde de uno de los cráteres. No podemos alcanzar otro de ellos, que emite una gran fumarola.



Ya de regreso nos cruzamos con muchos grupos de rusos que parecen haber sido sacados de la Plaza Rija y teletransportados a Kamchatka.

Nos desviamos antes del nevero para visitar una espectacular cascada que vierte en un valle con los colores más bellos que hemos visto en muchos días.





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RESUMEN

  • Altura mínima: 879 m
  • Altura máxima: 1.579 m
  • Desnivel acumulado: 1.090 m
  • Tiempo neto: 7h 30’
  • Distancia: 21 Km

Gorely ( 1.829 m)


Hoy sí. Por fin nos levantamos con un día radiante. Desde el campamento se ve el Mutnovsky y sus fumarolas, y también el objetivo de hoy: el volcán Gorely.


Nos aproximamos hasta su base en el camión, y disfrutando del solecillo y de las vistas, acometemos las primeras rampas del Gorely.


A nuestras espaldas, el perfectamente cónico Vilyuchinsky, y mucho más al fondo, el Avacha.
Casi sin enterarnos, y con el ánimo por las nubes, alcanzamos el borde del cráter. Si ayer nos impresionaron las vistas del campo de fumarolas, lo que podemos ver hoy nos deja casi sin aliento.


 Un gigantesco cráter, de forma ovalada, alberga un precioso lago de agua esmeralda en el que puede verse algún iceberg. 


Otro cráter tiene fumarolas, lo cual otorga aún más carácter al paisaje. 


Avanzamos por el cráter, en ocasiones por pasos bastante estrechos, y ascendemos a su parte más alta.





El día anterior insistimos a Vitaly en que queríamos circunvalar el cráter en su totalidad. Pese a que le pareció buena idea, cambió de parecer y con la excusa de que había ciertos pasajes peligrosos, volvemos sobre nuestros pasos. Este tipo de cosas es la que me hacen, siempre que es posible, prescindir de guías. En el caso de Kamchatka, es si no imposible, altamente complicado viajar de manera independiente.


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RESUMEN

Altura mínima: 1.026 m
Altura máxima: 1.837 m
Desnivel acumulado: 892 m
Tiempo neto: 5h 30’
Distancia: 11 Km






jueves, 3 de noviembre de 2016

Plosky Tolbachik (3.085 m)

Nuestra primera ascensión en Kamchatka fue como visitar un museo con las luces apagadas. Algo vimos, pero sobre todo lo que hicimos fue imaginar: cómo sería el gigantesco Klyuchevskaya Sopka (4.750 m), cuan profundo era el cráter del Plosky Tolbachik... 




Por cierto, que en este museo a ciegas que era para nosotros el Tolbachik, había goteras, muchas goteras.


El Plosky Tolbachik (Tolbachik llano), está situado a unos 350 Km al Norte de Petropavlosk. Su hermano mayor, el Ostry Tolbachik (Tolbachik afilado), de 3.682 m es una montaña espectacular, cuya ascensión está fuera de los circuitos habituales.


Fue nuestra primera montaña de la península, y en cierto modo, marco el carácter y temperamento que vivimos en el resto de ellas. Desde Petropavlosk hay que enfilar al norte, por la carretera principal que discurre entre las dos cordilleras, junto al río que recibe el mismo nombre de la península. Precisamente en uno de los puentes que cruza el río Kamchatka nos percatamos de cuan cercanos y abundantes son los osos por estas tierras.


El paisaje es monótono y grandioso a la vez. Un bosque ininterrumpido de abedules y montañas sospechosamente cónicas al fondo configuraban el escenario que veíamos a través de las ventanillas.
En Milkovo visitamos un interesante museo donde se explica la vida, naturaleza e historia de Kamchatka.


Paramos para dormiren Kozyrevsk, al pie del Klyuchevskaya al cual no llegamos a ver. Aquí pudimos disfrutar de una banya o sauna tradicional Rusa, en la cual no faltaba un cubo de agua gélida que veíamos avocados a arrojarnos a nosotros mismos. La presión del grupo, ya se sabe…

Llueve toda la noche, una lluvia acompañada de viento que hace al entorno volverse algo más hostil de lo que era el día anterior. Tras cargar el camión, enfilamos al Tolbachik.


Pronto nos damos cuenta de por qué necesitamos semejante tanque: la pista, casi un cortafuegos, sube en línea de máxima pendiente por las laderas boscosas y enfangadas del volcán. Pasamos un río como si tal cosa, y al poco, junto a una colada de lava que atravesó el bosque durante una erupción reciente.
A medida que ganamos altura, desaparece la cubierta forestal y aflora el suelo, un suelo negro y arenoso que finalmente acaba por adueñarse enteramente del paisaje.


Añoramos tener algo más de visibilidad, pero lo poco que alcanzamos a ver nos resulta espectactular.
Llegamos al CB, compuesto por una especie de refugio/cabaña de madera y un buen número de tiendas.


Al día siguiente el tiempo no mejora en absoluto. Hoy tenemos previsto ascender a los dos cráteres que se formaron en la erupción de 1.975.


La visibilidad es muy escasa, pero pese a ello, el olor a azufre y la temperatura del suelo en algunos puntos nos recuerdan dónde estamos.


De camino al campamento, hacemos parada en el ‘dead forest’, una superficie forestal que fue cubierta de cenizas y escoria en las erupciones de 1975-76. En un primer momento, los árboles consiguieron sobrevivir, pero hace ya tiempo que murieron, dejando un paisaje devastador.


El 2 de agosto no se diferencia mucho del 1 de agosto en lo que al tiempo se refiere. Pero estamos decididos y motivados de ascender al Plosky Tolbachik.

Hay dos Tolbachik. El Ostry (afilado), de 3.682 m, y su hermano menor, el Plosky (llano) de sólo 3.085 m.  Nuestro objetivo, el segundo de ellos.


El camión nos acerca hasta el Campo de Lava, el cual atravesaremos en cuatro ocasiones en estos días. Comenzamos a caminar por la izquierda (en el sentido del ascenso) para cruzarlo posteriormente. Unas marcas de pintura ayudan a no despistarse en este inhóspito lugar.


El Campo de Lava del Tolbachik es uno de los lugares más impresionantes de los que hemos vistado.
Las formas de la lava, su color y textura son (y perdón por lo manido de la expresión), absolutamente mágicos. El negro abunda (lógico), pero también destacan los tonos rojizos y cobres.


Y en cuanto a la textura, hay algunas formaciones que parecen enteramente plástico derretido.


Otras, curdas o telas plegadas.


La sensación es la de progresar por un glaciar petrificado.

Pasado el Campo, comienza la lluvia.  Poco después, se remonta un torrente en un paisaje de morrenas, mucho más familiar para nosotros. Eso sí, las bombas que encontramos de vez en cuando delatan la naturaleza volcánica en la que nos encontramos.


Se llega así a un plató amplio donde habitualmente se come algo y descansa. Pero la lluvia y el viento nos animan a no hacerlo. Tras discernir un rato, decidimos continuar.
Al finalizar el plató se toma el espolón que, a la izquierda, nos llevará al borde del cráter.


Los últimos metros se hacen algo duros, más por las condiciones que por la dificultad.
… y ahora es cuando en cualquier relato de montaña que se precie se dice algo del tipo “Pero pese al esfuerzo y el sufrimiento, el grandioso paisaje que divisamos desde la cumbre nos hace olvidar todas las calamidades pasadas”. Pues no. En este caso, los 1.500 m de desnivel superados no tuvieron más recompensa que la de ser el final de la cuesta.


Durante el descenso, el tiempo es algo mejor. En un momento dado, percibo algo extraño en los primeros de la fila, algunos cientos de metros delante nuestro. Nuestro guía Vytaly desenfunda rápidamente el spray anti-osos (qué tranquilidad…).


Según parece, dos de estos simpáticos animalitos se han cruzado a pocos metros. ¿Qué pintan aquí estos super depredadores?. Ni idea, pero teniendo en cuenta que sólo hay piedras en varios kilómetros a la redonda, somos sin duda lo más apetitoso del lugar.


Descansamos cerca del Campo de Lava. Estamos razonablemente secos e incluso nos hemos quitado los impermeables. Tras cruzarlo, comienza a llover. Al poco tiempo, diluvia. Llegamos al campamento empapados, cansados y bastante hambrientos.



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RESUMEN 

Altura mínima: 1.322m
Altura máxima: 2.832 m
Desnivel acumulado: 1.475 m
Tiempo neto: 8h 30’