viernes, 13 de enero de 2023

El epicentro de los Alpes

A raíz de la pandemia, se ha vuelto casi una tradición visitar Alpes en verano, amén de alguna otra escapadita en invierno. Son tan grandes, tan bellos y permite tal variedad de actividades que ni en cincuenta vidas nos lo acabaríamos. Este año, además, vamos acompañados de un puñado de buenos amigos, y eso siempre suma.

 


Como es de costumbre, dormimos en Saint Paul-Trois-Châteaux, pero llegamos algo tarde y no hay la vidilla del año pasado. Cuando paramos por aquí en agosto del 2021, sentimos que, por fin, el horror de la pandemia, el miedo y la preocupación habían finalizado, y de nuevo la alegría y ganas de vivir con normalidad tomaban el relevo.

Las Aiguilles Rouges, el gran mirador del Mont Blanc

Decidimos ir directos al Macizo del Mont Blanc, en lugar de quedarnos por algún otro sistema montañoso previo. Dejamos la furgo junto al parking de las Aiguilles Rouges, en el Col des Montets, para tomar el camino que, vigorosamente, asciende hacia el SW en dirección camino al Lac Blanc y su Refugio homónimo.

El día es magnífico, y hordas de senderistas bajan después de haber completado el randonnée. El camino es ancho, y es muy visitado. Tras tres kilómetros con bastante subida y muchas zetas, se aplana y, con tendencia ascendente, continúa progresando a media ladera. 

A medida que se avanza, las vistas a nuestra derecha (Aiguilles Rouges) son cada vez más espectaculares.

Pero todas las miradas se escapan inevitablemente a la ladera contraria. La Aiguille Vert, y los Drus destacan majestuosos entre los hielos agonizantes. 

El Glaciar de Argentière y el de La Tour parecen mutilados, desprovistos de la larga lengua de la que, no hace tantos años hacían, alarde. Algo más al Sur, el gigante de los Alpes, el Mont Blanc.

En el Glaciar de La Tour podemos presenciar un curioso fenómeno. Una diaclasa, no hace tanto tiempo cubierta por el hielo, hace ahora de túnel para un torrente que la agranda y modela. El resultado es tan curioso como espectacular.

Algo después, se llega a una zona lacustre (el terreno es granítico), los cinco de Lagos de Chesery. Nosotros tomamos el camino de la izquierda, ascendente. A la vuelta ya realizaremos el bucle que transcurre entre los lagos.

Para acceder al Lac Blanc y su refugio hay que superar una zona algo empinada, en la que se han instalado escaleras metálicas. No tiene mayor complicación.

El lago, como esperábamos, es uno de los lugares más fotogénicos de la zona. Los Drus, la Aiguille Vert, el Dent du Géant, las Grandes Jorasses y por supuesto, el Mont Blanc, se reflejan sobre sus aguas calmadas.

Desistimos de tomarnos el tradicional sirope, y regresamos sobre nuestros pasos hasta la intersección del bucle de los lagos. Hay gente bañándose.

Vemos unos machos cabríos preciosos, enormes y para nada desconfiados. También una cabra con sus cabritillos que se están poniendo hasta arriba de arándanos.

El resto del descenso lo hacemos con bastante poca gente, deleitándonos de las luces cálidas de la tarde sobre el macizo del Mont Blanc.

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Distancia    12 km

Desnivel +    1.020 m

Tiempo        6h (con paradas)

Esa noche dormimos en un parking cercano a Argentière, en le Tour pasado Montroc. Es un lugar tranquilo, y con preciosas vistas de las Aiguilles Rouges

Tristeza y cabreo en La Mer de Glace

Vamos a Chamonix (saturadísimo de gente, por cierto) para tomar el teleférico de la Aiguille du Midi hasta la estación intermedia de Plan de l’Aiguille. Afortunadamente, a esa hora (sobre las 8:15) no hay mucha gente y no debemos hacer cola para comprar el billete o coger el teleférico.

A las 8:55 comenzamos a caminar hacia el  cercano Lac Bleu, con un tiempo incierto. La gran cercanía a las agujas que parten hacia el NE desde la Aiguille du Midi (Dent du Crocodile, Aiguille des Ciseaux y otras), hacen que no podamos apreciar sus dimensiones y belleza, cosa que sí pudimos hacer el día anterior.

El lago es chulo, pequeñito, y con unas bonitas vistas.

Descendemos al camino que, paralelo a las Agujas, lleva al glaciar más famoso del macizo, La Mer de Glace. Si bien en global, perdemos algo de cota, es necesario superar algún corto escalón.

A unos 6 Km aproximadamente, se llega a un pequeño paso o collado en el que las vistas de los Drus es impresionante.

Se trata del lugar conocido como Signal de Forbes, a 2.200 m. Nos deleitamos con las vistas del mencionado Dru (se aprecia el lugar donde se encontraba el Pilar Bonatti), la Mer de Glace y, ya en su cabecera, las Grandes Jorasses con su mítico Espolón Walker.

Desde allí se desciende al horror... El tren cremallera de la Mer de Glace transporta miles de turistas cada verano que quieren contemplar los hielos sin esfuerzo alguno. El refugio de Montenvers, construido en 1793, se erguía en ese momento sobre el enorme río de hielo, que fluía a pocos metros de él. Hoy en día, lo que allí se contempla es un triste desecho de lo que antaño fue una maravilla natural. Debido a que el hielo está cada vez más lejos, se ha construido un pequeño telecabina que desciende unos 200 m. Pero desde su estación inferior, aún queda un largo camino hasta poder alcanzar la Mer de Glace, o lo que de ella queda. No hay problema, ya que los mismos hijos de... que han construido el telecabina, han montado una enorme escalinata de trámex que lleva hasta la agonizante “gruta de hielo”, rigurosamente artificial. El espectáculo es desolador.


En el fondo del valle (muy al fondo), un cadáver de glaciar, medio enterrado entre los bloques, es asediado por riadas de turistas que, sin pisar en un solo momento terreno natural, se hacen selfies sin descanso. Y por si eso no fuera poco, un nuevo telecabina está siendo construido para ascender 600 m más por el valle y así poder exprimir algo más este anteriormente bello glaciar hasta que el río de hielo desaparezca definitivamente (se prevé que el 2050).

Muy cabreado, indignado y sobre todo, triste, bajo caminando hasta Chamonix. El turismo de masas y la montaña son incompatibles.

Ester ha bajado en el tren, ya que la meteo parecía indicar que llovería. Finalmente, no fue así. El precio de la prudencia, en este caso, fueron, 30€.

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Distancia    16,5 km

Desivel     +500 m

Desnivel     -1.750 m

Tiempo    6h (con paradas)

Regresamos a Argentiere, mucho menos saturado que Chamonix, a ver la Fiesta de los Guías.

Un montón de guías (y ex-guías), ataviados con los tradicionales bávaros, medias de lana y chaqueta a juego, marchan entre la pequeña iglesia y el cementerio.

Allí se hace un corto homenaje a los compañeros caídos en la montaña, y posteriormente, se nombra a cada uno de los miembros de la compañía de guías en la puerta de la iglesia.

Dormimos de nuevo en Montrocel mismo sitio que ayer (le Tour).

El Glaciar de Argentiere

En 1992, hace justo 30 años, Jose Ángel y yo estuvimos en Argentiere, durante una de las primeras visitas que hicimos a Alpes. Este verano, volvimos a coincidir. Treinta años nos han cambiado mucho, interna y externamente. Contemplando el glaciar, mientras comparábamos su aspecto con una fotos tomadas exactamente en el mismo lugar 30 años atrás, reflexionamos si es racional que, el paisaje ante nosotros haya cambiado más que nosotros mismos.


Pese a la agridulce experiencia de ayer en la Mer de Glace, decidimos visitar el Glaciar de Argentiere. Evitamos unos 750 m de desnivel con la ayuda del telecabina de Les Grands Montets. Desde la estación superior, un camino avanza a media ladera en dirección NE. Estamos en las laderas de la Aiguille Vert, y varias  enormes torres de un antiguo telecabina ya en desuso permanecen allí. !!Viva la chatarra¡¡.


El frente del glaciar es espectacular, con unos bellos seracs azules que se yerguen al borde del escalón rocoso.

El camino asciende por la morrena lateral, y aprovecho para hacer algunas tomas con el dron.

Al contrario de lo que ocurre con la Mer de Glace, el Glaciar de Argientere parece haber sido amputado de su parte inferior, pero lo que podemos ver a día de hoy (en apariencia) es un glaciar bastante bien conservado. Y digo en apariencia, porque ha perdido gran parte de su superficie (En el período 1970-2015, el glaciar de Argentière perdió casi 20% de su superficie)

Seguimos ganando altura por la morrena lateral. A media que subimos, el paisaje se hace más espectacular, con el Mont Dolent destacando en la cabecera del circo.


Alcanzamos un punto de observación y continuamos algo más, siguiendo lo que parece una antigua pista hasta situarnos bajo el glaciar de la Aiguille Vert. Vemos como un bloque de roca se desliza por la empinada pendiente helada y continúa bajando varias decenas de metros por la pedrera... Hay que tener cuidado en este tipo de sitios.

Tomamos el mismo camino para el regreso, pero luego nos desviamos hacia el Refugio Lognan. Desde algo antes de llegar a él se tiene una perspectiva muy buena del frente del glaciar superior, que quedó separado del inferior en 2005..

Tomamos un sirope y una tarta en el refugio y volvemos sin mayor contratiempo al telecabina.

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Distancia      km

Desivel     + 670 m

Tiempo 6h (con muchas paradas) 

Hoy han llegado a Ginebra nuestros amigos, que han alquilado un apartamento en Argentiere, al lado de la zona de autocaravanas. Vamos a cenar con ellos, y luego regresamos para dormir a la zona de caravanas.

Mont Buet (3.096 m) a la carrera

Hoy es “mi día”, es decir, el día en el que puedo elegir la ruta que más me apetece y hacerla corriendo. Solito, eso sí...

He escogido para ello la ascensión del Mont Buet (3.096 m). La subida está clara: Buet – Refuge de la Pierre a Berard – Mont Buet. Para el descenso, tenía previsto cerrar por el circo que se forma desde la cumbre, a partir de la arista norte del pico. Supone un terreno bastante técnico, e infinitamente menos recorrido que la normal.... Ya veremos.


Salgo a las 8:25 del parking (1.350m), adelantando algunos grupos de senderistas que han madrugado algo más que yo. El camino está muy marcado y por su amplitud y estado se aprecia que habitualmente sube mucha gente por allí. Me cruzo con un grupo de jóvenes catalanes. Les comento la alternativa de regreso por la cresta y dicen que se lo van a pensar.

Tras algo menos de 1h, llego al Refugio (1.924m).  Nada más llegar me dicen que me vaya ya, que viene el helicóptero con suministros y me voy a despeinar. Hace dos viajes, los cuales veo a cierta distancia.

Continúo ascendiendo, tomando algún camino alternativo que acorta el trayecto. 

El terreno es cada vez más mineral, pero curiosamente, a partir del Col de Salenton, desaparecen prácticamente las rocas grandes, y el sendero parece casi una pista de atletismo - con muchísima pendiente, eso sí -. Pregunto a un corredor por la ruta que tenía prevista, cresteando todo el circo y me desaconseja ir solo.

Continúo pasando grupos de senderistas, esta vez los que han hecho noche en el refugio, y tras 1h 40’ aproximadamente, alcanzo la cima. Las vistas, como era previsible, son espectaculares. Hace viento y con la sudada que me he pegado, tengo frío. No veo a nadie en la arista norte, ni en el resto del recorrido, por lo que, por prudencia, decido volver sobre mis pasos.

Me cruzo con los catalanes algo antes de llegar al Con de Salenton. Van a intentar el cierre por el norte. Lástima que no haya coincidido con ellos más cerca de la cumbre... Posteriormente me enviarán un correo diciendo que merece la pena, pero que se hace muy largo.

Llego sin novedad al refugio, donde tomo un sirope. 

El resto del camino se hace algo pesado, sobre todo por el calor que hace.

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Distancia    20 km

Desivel     + 1.750 m

Tiempo    4h15’ (sin paradas)

Una vez en el parking, me comunico con Ester y me da una mala noticia. Uno de los amigos con los que hemos ido, ha tropezado, y se ha metido un buen trompazo. Resultado: dedo anular de la mano derecha dislocado, nariz rota y magulladuras diversas. Bajo lo antes posible a Chamonix, donde ellos ya están en urgencias. Afortunadamente no tiene nada roto (a parte de la nariz). Le recolocan el dedo y nos recomiendan que vayamos lo antes posible a un centro especializado en manos, que se encuentra a 1h de camino. Al día siguiente le revisan más a fondo y le indican los cuidados que debe tener. En resumen, un buen susto.

Bossons, otro glaciar zombie.

El día no pinta muy bien... pero tampoco tan mal como para quedarse en casa. Supuestamente, lloverá después de mediodía, por lo que planificamos una caminata cortita al Glaciar de Bossons.

La parte masculina del grupo, prescindimos del telesilla, que ahorra unos 400 m de desnivel. El camino es excelente, y discurre por un tupido bosque de coníferas. Nos encontramos con las chicas en la estación superior del telesilla y continuamos juntos. 

Desde algunos recodos del camino, puede verse el glaciar “de después” de  Bossons, el Glaciar de Taconnaz.

Tras una travesía hacia la izquierda se llega al Chalet du Glacier des Bossons. No hay nadie. Tomamos un café, y nos tangan 1€ con las vueltas. No me dejan intervenir, pero creo que estas cosas hay que lucharlas, independientemente de la cantidad que te hayan timado.

Como el día aguanta, continuamos hacia La Jonction, sin muchas esperanzas de llegar a ella. El camino a partir del refugio es algo peor, "más montañero".

Alcanzamos un lugar con muy buenas vistas, a unos 2.150 m, y tras admirar el paisaje, decidimos dar media vuelta: el día está dudoso.

En la estación del telesilla, hay un chalet con una pequeña exposición al aire libre sobre el glaciar y unos accidentes aéreos ocurridos por la zona. Se muestran alguno de los objetos que el glaciar ha devuelto de esos tristes acontecimientos.

En el 93, estuvimos en el glaciar de Bossons (dentro de él), haciendo prácticas de escalada en hielo para otras ascensiones. Recuerdo que la marcha de aproximación era muy corta, no más de 15 mn desde el coche. Y la cantidad de hielo, ingente. En eso, Bossons ha cambiado mucho (enormemente). Sin embargo, sigue siendo un río de hielo bravío, con grandes pendientes, profundas grietas, y con un aspecto menos dócil que el de sus vecinos.

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Distancia    13 km

Desivel        1.200 m

Tiempo        6h 30’ (con paradas)

Las caras Gorges du Pont du Diable y algo de turismo.

Ha llovido mucho toda la noche. Estaba previsto que el día fuera de perros, y se confirma. Buscando planes alternativos, hemos localizado unas gargantas camino a Ginebra. Tienen buena pinta, y la lluvia puede ser, incluso, un factor favorecedor.

Tomamos rumbo a Les Gorges du Pont du Diable, cerca del lago Leman. La entrada son 18€. 

El entorno es francamente bonito, con un denso hayedo y grandes bloques calizos.


La garganta está equipada con pasarelas y escaleras que permiten su exploración sin ningún problema. El puente del diablo en sí mismo es una especie de bloque empotrado (quizás no sea ese su origen geológico).

Si bien el paisaje es muy bonito y para el día que hace es una opción buena, lo cierto es que resultan excesivamente caras para la longitud que tienen. En 30 mn, están vistas.

De regreso, paramos en la abadía de Aulps de la cual sólo se mantienen en pie las paredes laterales. Decidimos no pagar los 7€ que cuesta el acceso a un recinto vacío.

Siguiente parada Morzine. Este pueblo vio que el negocio del esquí está muy bien, pero es demasiado estacional. 

¿Cómo aprovechar las costosísimas infraestructuras, inversiones inmobiliarias y los negocios montados en torno a la nieve fuera de temporada?. Fácil: haciendo que los turistas pasen de disfrutar del inmaculado manto blanco a hacerlo chapoteando en el barro. 

Morzine, se ha convertido en una referencia importante en el mundo de la BTT “Enduro”. Es decir, subir la bici en un tele-algo, y bajar de nuevo al valle destrozando por el camino todo lo que pillan. La erosión es descomunal, especialmente en días que, como hoy, ha llovido abundantemente.

Glacier du Tour.

Aparentemente, hoy iba a ser un día estupendo para visitar el Glacier du Tour. Pero la meteo no acertó del todo, y la jornada se presenta nublada e incierta. Aun así, nos armamos de optimismo (e impermeables) y tomamos el telecabina de Vallorcine, el cual nos ahorra algo más de 700 m de desnivel. El objetivo es llegar al Refugio Albert 1er, situado a 2.700 m.

A la salida del teleférico, vemos unos sarrios jugueteando (o algo así) y tras verlos un rato, comenzamos a remontar la pista que sale a la derecha entre prados de vacas.

A unos dos kilómetros, tomamos un desvío, perfectamente señalizado, que indica el nombre del refugio.

No hay demasiada visibilidad. El camino (la pista ya la abandonamos), es muy bueno y está equipado en algunos puntos con cadenas, supongo porque en caso de hielo es peligroso. Y así, poco a poco, comenzamos a ver el glaciar.

El último tramo discurre por la morrena lateral. Paro a hacer unas tomas con el dron, el lugar es espectacular. La impresión es que hay mucho más hielo que en los que hemos visto hasta ahora. 

El refugio Albert 1er está en un lugar alucinante, y las vistas desde su terraza son increíbles.

El refugio resulta muy acogedor, tiene incluso un sofá y una alfombra de pelo largo. Pedimos un café que tomamos en el exterior, disfrutando de las vistas. 

Cuando estamos ya satisfechos de contemplar los hielos, volvemos por el mismo camino, haciendo alguna foto de última hora.

A la altura del teleférico de Autannes, tomamos la pista (derecha)que lleva al Col de Balme (2.204 m), donde hay un chalet. Tomamos allí el bocata.

Ester y yo decidimos prolongar algo la excursión y acercarnos a la Croix de Fer (2.343 m), una montaña cercana que promete buenas vistas. Confundimos en un primer momento el pico, y la ascensión a la Croix (sin ser difícil), implica caminar por una afilada cresta de hierba y hacer algunos flanqueos con patio.

Desafortunadamente, no se divisa el Mont Blanc... De momento.

Regresamos hacia el Col, pero en lugar de pasar por él, continuamos por la Tele de Balme. Y en sus inmediaciones, podremos ver el Dome de Gouter, en un precioso marco de nubes.

Unos dos kilómetros después, encontramos la pista que hemos utilizado al subir al refugio, y que nos lleva al teleférico.

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Distancia  16,5 km

Desivel     +1.118 m

Tiempo 8 (con paradas)

El Petit San Bernardo y el Lago Tomorttaz

Hoy sí que hace un día estupendo. Subimos al Petit San Bernardo. Como ya es tradición paramos a tomar un riquísimo cappuccino en el primer bar italiano. Dejamos el coche en el parking que se encuentra a pocos metros del Lago di Verney.

La ruta que queremos hacer hoy, es poco exigente. Remontamos por un marcado sendero la ladera este del lago, y continúa después (NE) hasta el Lago Tomorttaz.

El Cervino es claramente visible, destacando (como siempre) entre todas las cumbres circundantes.

Las vistas son muy bonitas, destacando el Mont Ouille (3.099 m) y, algo más lejos, la mítica Aiguille de Biaonnassay (4.052 m)

Para regresar, tomamos un desvío a unos 2 Km del lago de Tomorttaz, y que nos permite variar algo el recorrido. Llegamos al parking y de vuelta a casa. Hoy nos hemos ganado las cervezas por los pelos.

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Distancia  10 km

Desivel     +585 m

Tiempo 5 (con paradas)

Refugio de Prariond, Col de la Lose (2.957 m) y Sommet Sans Nom (3.018m)

La excursión prevista para este precioso lunes se encuentra en el Val d’Isere. Pasado este pueblo de esquiadores, aparcamos en el parking que situado en una cerrada curva, junto al río Isere (2.070 m). Un claro sendero asciende por la margen derecha de dicho río.

A los pocos metros, el valle se encañona. El agua es de un blanco lechoso.

El día está algo nublado. Esto, junto con el color pardo de las laderas y los regatos que las recorren hace que nos recuerde a las Highlands escocesas.

A unos 2 Km, el valle se abre repentinamente, dejando paso a amplias praderas pobladas de vacas y marmotas.

Un bloque errante sirve de soporte para homenajear a los soldados británicos y partisanos que murieron en combate durante la Segunda Guerra Mundial.

La Grande Aiguille Rousse (3.481 m) destaca en el horizonte, y alimenta con sus hielos el río Isere.

A los 3 Km llegamos al Refugio de Prariond (2.340 m), donde aprovechamos para tomar algo.

Desde el refugio, tomamos el sendero que sube con decisión hacia el norte primero, y hacia el este algo después.

A 2.570 m hay un ibón que marca el fin de “la buena vida” (o buen camino). A partir de ese momento, tocará subir por terreno algo más duro hasta el Col de la Lose (2.957 m). Un lago marca un perfecto punto para descansar.

Este paso hace frontera con Italia, y en él hay una mesa de orientación que marca las montañas de ambas vertientes. El Grand Paradiso (4.061 m) cuyas laderas tuvimos la suerte de recorrer el año pasado, destaca entre todas ellas.

Hace bastante viento, y la sensación es fría pese al sol. Ester está bastante cansada, pero pese a ello, quiere subir los pocos metros hasta la cima de 3.018 m (aparece como "Sommet sans nom") que se encuentra al sur del paso. 

Las vistas son estupendas, y hacemos una buena sesión de fotos. Tienta continuar por la cresta, hacia el Col de la Vache, pero en el refugio nos lo desaconsejaron. La verdad es que no tiene mal aspecto... Pero la prudencia nos hace volver por la misma ruta.

Ester baja despacito pero segura hasta el ibón. Desde allí el camino es excelente hasta el refugio, por lo que no vemos problemas Jose Ángel y yo en dividirnos y hacer una variante.

Así, atravesamos (no hay sendero, sólo algunos hitos) manteniendo la cota hacia otro lago, el Roisseau des Loses.

Desde allí, por terreno salvaje, nos encaramamos a la morrena del exglaciar de la Aiguille Rousse. Allí sí que hay un senderillo que desciende rápidamente (al igual que Jose Ángel) hasta el refugio. El resto del grupo nos espera tomado un dulce sirope. Comemos el bocata y, ya por el mismo camino que a la ida, llegamos al parking sin más complicaciones.

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Distancia    15,7 km

Desivel    +1.033 m

Tiempo    7 (con paradas)

Depresión en el Parque Nacional de la Vanoise.

Hoy es el último día que estaremos con nuestros amigos. El objetivo es ir al Parque Nacional de la Vanoise, pero no teníamos muy claro el recorrido en concreto. Finalmente, decidimos repetir la que hicimos en 2.017 al Col de la Vanoise. No nos importaba repetirla. Creo que nuestros compañeros “se merecían” disfrutarla. Así que, ya con la furgo, ponemos rumbo a Pralognan la Vanoise.

Comenzamos a caminar muy tarde. Eso implica sufrir algo con el calor, y encontrar muchos franceses (nada madrugadores, por cierto).

Alucinamos con lo seco que está todo. Si en 2017 el paisaje era de un verde fluorescente, la extraordinaria sequía de este verano provoca que todo tenga un aspecto pardusco, recordando más la vertiente sur de Pirineos que a Alpes. Resulta frustrante y muy triste observar cómo está cambiando todo en la montaña, y sobre todo lo rápido que lo hace. Unos kilómetros después, nos encontraremos otra sorpresa deprimente.

Los ríos, eso sí, están perfectamente alimentados: no les falta agua gracias a la alarmante fusión de los glaciares.

La Aiguille de la Vanoise está tan bella como siempre. Vemos una cordada en el tercio inferior de la pared.... Un poco tarde para estar tan abajo.

El Lac des Vaches está algo más seco, y no hay algodón de los Alpes (Eriophorum angustifolium), una preciosa plantita que anteriormente cubría amplias zonas encharcadas. Pero el puentecillo hecho con piedras sigue siendo un estupendo lugar para hacer fotos.

Poco después del Lac des Vaches el volumen de público desciende bastante. A medida que avanzamos, observamos también la enorme pérdida de volumen en el glaciar de la Grand Casse (3.855 m). Me cuesta reconocerlo. No doy crédito al volumen que ha perdido en tan solo 5 años. En estas dos fotos puede verse en estado actual y el de 2017.


El Lac Long, está bajísimo comparado con nuestra última visita.

A menos de 1 Km del lago, alcanzamos el Col de la Vanoise (2.480 m) y su refugio homónimo. Como es tradicional, nos pedimos un sirope y aprovechamos para comer algo.

El regreso es el mismo que hicimos en 2.017, rodeando la Aiguille de la Vanoise por el sur. El camino es empinado y afloran muchas rocas. Jose y yo les esperamos poco antes del camino que lleva al Col du Moriond.

Desde el collado observamos, minúsculos, a los escaladores que vimos ascendiendo la cara norte. Me da un poco de envidia, pero se me pasa enseguida cuando pienso lo que les queda hasta que pisen terreno seguro.

Bajamos por la vertiente norte del paso hasta el camino por el que hemos subido. Hace calor... 

Ya en el parquing, hacemos un piscolabis en la furgo. Nos despedimos de nuestros amigos y bajamos a Pralognan, donde dormimos en unas plazas reservadas a "camping cars", junto al cementerio.

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Distancia    16,6 Km

Desnivel positivo 992 m

Tiempo 6h 30m (con paradas)

Refugio de Peclet Polset (2.470 m) y el Lac Blanc

Hemos tomado la decisión de no pasarnos de rosca con la excursión de hoy, así como que sería cerca de Pralognan. Con esas dos premisas, encontramos como mejor opción subir al Refugio de Peclet Polset (2.470 m) y el cercano Lac Blanc.

Nos dirigimos al Parking de Les Ruelles (1.740 m), el cual nos resulta familiar, ya que es el mismo que utilizamos para subir al Petit Mont Blanc, 5 años atrás.

Salimos muy tarde, y de nuevo lo pagamos en forma de calor y saturación de gente. Además, el recorrido hasta el refugio es exclusivamente por pista, en un entorno de prados con vacas. Pese que todo ello suene muy mal, las preciosas vistas que tenemos durante todo el camino, hace que merezca la pena.

Nos llama la atención la cantidad de bicis que hacen el recorrido, todas ellas eléctricas.

A la izquierda, los glaciares (muy menguados) del Dome de l’Apont y toda la cordillera que continúa al sur. Al fondo del valle, la tenebrosa Aiguille de Peclet. Y si miramos a nuestras espaldas, el Petit Mont Blanc.

Desde el parking hasta el refugio hay 6,5 Km de pista. No paramos en el refugio, y continuamos por sendero (¡menos mal¡) hacia el Lac Blanc. El paisaje resulta sorprendentemente bello. El color del agua es muy lechoso, fruto de la naturaleza de la roca en las montañas cercanas.

En una de las crestas circundantes divisamos un dinosaurio, un poco estático, pero sin duda, un dinosaurio.

En lugar de regresar al refugio, continuamos por un senderillo que baja hasta la pista, ahorrándonos un tramo de polvo y bicis eléctricas. Llegamos a la furgo con bastante calor.

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Distancia    17,19 Km

Desnivel positivo 780 m

Tiempo     5 h (con paradas)