miércoles, 12 de diciembre de 2018

Trek por las Montañas Simien y ascensión al Ras Dashen (Etiopía)

El relieve de Europa o Asia no tiene nada que ver con el africano. Ninguna de sus cimas sobrepasa los 6000 m, los cinco miles se cuentan con los dedos de las manos, y las montañas de más de 4.000, tampoco abundan. Respecto a estas últimas, ¿tiene sentido viajar hasta el cuerno de África para subir montañas de esta modesta altura?


La respuesta es, como casi siempre, un "depende". Aquí no hay glaciares, grandes desniveles o un relieve endiabladamente abrupto. Pero, sin embargo, encontraremos paisajes, animales y gentes que sólo aquí pueden hallarse. Por si fuera poco, el norte de Etiopía ofrece, además las Simien, otros atractivos tanto en el marco histórico (las ciudades de Gondar, Axum, o Lalibela) como en el natural (depresión del Danakil), por lo que un viaje mixto resulta perfecto. En el blog de viajes se narra con detalle la faceta más turística de nuestro periplo africano.


El objetivo es ascender la montaña más alta de las Simien, el Ras Dashen, de 4.550 m de altura… O es la excusa para venir aquí?. Como casi siempre, es una simple excusa.


No disponemos de mucho tiempo, solo 5 días, para intentar ascender al Ras Dashen. Pero no nos gustaría una ascensión relámpago, ya que nos perderíamos una gran parte de lo que este parque tiene que ofrecer. Por tal motivo, decidimos comenzar algo más lejos, y hacer un recorrido más largo pero mucho más interesante. Además, esta ruta nos permitía ascender  a dos cumbres más, que si bien no tenían mucha entidad, representaban una de las mayores alturas del país. Se trata del Bwahit, (4.437 m, tercera en altura) y el Imet Gogo (3.926 m)


Ascender a las cumbres de las Simien, o simplemente hacer un Trek implica cierto grado de trabajo logístico. Es obligatorio estar acompañado de un Scout o Ranger, una suerte de guardaespaldas armado que nos “protege” de amenazas que nadie ha visto nunca. A partir de ahí, cada uno decide hasta dónde quiere llegar. En nuestro caso, contamos con un guía, cocinero, ayudante de cocinero, mulero, ayudante de mulero y dos mulas. Toda una expedición pesada. Si portear no resulta un problema, puede reducirse al guía y ranger. Cabe, en este caso, preguntarse si no está de más contratar el resto de los servicios, y de paso, dejar algo más de dinero en las montañas.

DÍA 1 GONDAR- GICH


Gondar es la ciudad importante más cercana al parque, y suele ser un lugar de paso casi imprescindible. Muchas de las agencias están ubicadas aquí, y normalmente el tour da comienzo aquí. La ciudad en sí, bien merece un día o dos para ser visitada.

Hemos quedado con el conductor a las 6:30. Pero son las 7:30 y no ha llegado. Llamamos al tipo de la agencia, SIMIEN MOUNTAINS TREKKING AND TOURS, Dezy, al que el día anterior, en un acto de fe infinito, le habíamos soltado una buena cantidad en metálico para hacer el trek. Finalmente, aparece un todo terreno Toyota, y, por fin, ponemos rumbo a la montaña.


El “Chamonix” de las Simien es la población de Debark, situado a unas dos horas (100 Km) de Gondar. Es bastante más grande de lo que imaginaba. Allí, encontramos a nuestro guía Malish. Hacemos las formalidades a la entrada del parque, y volvemos al coche. De camino, recogemos a parte del regimiento que nos acompaña. El ranger, armado con una metralleta del año catapún, cocinero… 


Salimos mucho más tarde de lo que preveíamos, por lo que decidimos comenzar a caminar algo más arriba del lugar habitual, Sankaber. De camino a esta población, nos cruzamos (literalmente) con el primer grupo de Babuinos de Gelada, una especie de mono endémica de estas montañas, y que forman grupos numerosísimos. 


Los babuinos de gelada son una especie endémica de estas montañas. Parecidos a sus parientes de las tierras bajas, estos simios tienen algunas características que los hace únicos. Disponen de un pelaje muy denso y cálido que les ayuda a sobrevivir en altura (llegamos a encontrar grupos a más de 4.000 m). Otra característica muy peculiar es la “calva” que tienen en su pecho, y que deja ver la piel de color muy llamativo . 


Los geladas se alimentan preferentemente de hierbas, comiéndose la planta entera, incluidas semillas, raíces y tallos. Tienen los pulgares oponibles más desarrollados de los monos del Viejo Mundo, lo que les permite separar con gran destreza las hierbas para encontrar las partes más nutritivas. Se sabe que también comen fruta en alguna ocasión.


Poco después, cruza  a pocos metros del todo terreno un pequeño y precioso antílope de orejas a rayas blancas y negras. Su nombre común es Klipspringer (Oreotragus oreotragus), que  en afrikaner significa saltador de piedras.


Inicialmente habíamos previsto comenzar nuestro trek en una cascada, cerca de Sankaber. Pero el cielo estaba feo, y no teníamos muy claro lo que tardaríamos en llegar al campamento. Por ello, decidimos dejar la cascada para el regreso, y comenzar en la “junction”, algo más arriba. Comenzamos a caminar, con un paisaje espectacularmente verde, y un cielo amenazadoramente negro.

Al poco vemos grupos de Babuinos comiendo hierba. Estos primates pasan gran parte del día sentados en el suelo comiendo la hierba que arrancan con las manos a gran velocidad, para luego arrojársela a la boca. Resulta curiosísimo ver a estos animales de colmillos enormes pero con el comportamiento de una oveja.


Paramos a comer cerca de un río que hay que vadear. Se supone que estamos al comienzo de la estación seca, es decir, primavera. Y, si bien el cielo no parece indicarlo, la abundancia de flores si lo hace. Hay muchísimas, a cuál más bonita.


Vimos un quebrantahuesos muy cercano.

Pasamos el poblado de Gich, el cual está deshabitado. Según parece, los animales domésticos contagiaban ciertas enfermedades a los lobos (una especie endémica muy amenazada), por lo que se optó por expulsarlos del parque (previa indemnización). Me pregunto si no habría sido más sencillo vacunar a sus perros, que eran los que transmitían la enfermedad…


A unos pocos cientos de metros, coincidimos con un nutrido grupo de monos. Nos acercamos a escasos 2 metros sin que parezca que les importe en absoluto. Ellos están a lo suyo, comiendo hierba, peleándose o despiojándose. Es un momento inolvidable.

Dejamos a los gelada e, inmediatamente, comienza a llover. Poco a poco al principio, se torna en un diluvio y posterior granizada. Llegamos al campamento calados hasta los huesos. En el “lodge” (poco más que un refugio con 4 camas), damos mucha pena y nos invitan a te. Hay dos israelitas (madre e hija) y 4 escoceses. Pasamos un rato agradable charlando con ellos. Cuando escampa un poco, vamos a la tienda. Nos han puesto unos colchones y una mantita para aislarnos del suelo, pero esta todo empapado (como nosotros). Nos dejamos la ropa mojada puesta, para que se vaya secando con el calor corporal (que es superagradable). Alguien dice en el campamento que hay un lobo, y salimos a verlo. Esta en la colina justo sobre el campamento, y conseguimos verle, aunque de lejos. Para mí que es un zorro…


Toda esta zona, que ronda los 3600 m, está llena de lobelias gigantes (Lobelia rynchopetalum), unas palmeras adaptadas a la altitud. Crecen muy separadas unas de otras, y son preciosas, especialmente cuando emiten la inflorescencia.



Desde el cerro, se divisa lo que creo es un “dormidero” de babuinos. Hay cientos de ellos, congregados entorno a una gran piedra.



DETALLES DEL DIA
Distasncia 8,4 Km
Desnivel +422 / -130 m
Tiempo 5h 05'

DÍA 2, GICH - CHENNEK


Milagrosamente, no llueve, y el día es aceptable. Hablamos con el guía, y no tiene muy claro que opción es la mejor. Además, es complicado para nosotros entender totalmente lo que nos propone. Una opción es hacer otra noche en Gich,y aprovechar lo que podamos del día para hacer una ruta circular. Otra es continuar con el plan inicial, es decir, ir a Chennek haciendo cumbre en el Imet Gob¡go (3.926 m), siendo también posible prescindir de esta cumbre. Por último, se podría ir por el camino de las mulas, este último plan no resulta nada atractivo.


Así que nos liamos la manta a la cabeza (en el caso de Malish, fue literal) y continuamos con el plan inicial. Lo cierto es que tras la calada de ayer, nos da pereza repetir un plan tan húmedo. Comenzamos a caminar por un precioso paisaje de pastos alpinos salpicado con bromelias.

Todavía hay restos de la granizada de ayer. Llegamos a la intersección donde podemos decidir si saltarnos el pico o no… decidimos continuar, claro.


Resulta curioso la presencia de arroyos a escasos metros de la línea de cumbres.


Llegamos a un view point desde el que se tiene unas vistas espectaculares de los valles y montañas circundantes. Continuamos con el scout hasta el pico (a no más de 20 minutos).


Poco antes de llegar, avistamos un babuino de gelada en la misma cumbre, de 3.926 m. Aunque desde la cima no da la impresión, visto de lejos esta montaña es muy agreste, con unas enormes paredes en sus flancos. Tras algunas fotos, regresamos a por donde hemos venido.


Se pierde bastante altura, y en algún punto deben tenerse unas espectaculares vistas de una cascada y de los enormes cantiles del Imet Gogo… Y digo debe porque nosotros no tuvimos la suerte de ver nada. Seguimos el descenso por un bonito y fantasmagórico bosque de niebla. Llegamos a un collado a partir del cual se comienza a ascender por el mismo tipo de bosque por el que acabamos de descender, salvando un desnivel de unos 300m.


Una vez alcanzada la línea de cumbres, se llega a otro view point que (como antes) debe tener buenas vistas si no hay niebla. La lluvia y el granizo que, tímidamente, empezó a caer durante el ascenso, lo hace ahora de manera más vigorosa. A partir de aquí todo es de bajada. Llueve con alegría, y al poco tengo los pantalones calados. Afortunadamente, un rato antes de llegar a Cheneek deja de llover y algo se secan.


Chennek, al igual que Gich son sitios bastante agradables. Hay más gente que en Gich, y la casa-cocina está bastante petada. Hay fuego, así que podemos secar la ropa y las zapatillas.

RESUMEN DEL DIA
Distasncia 19,5 Km
Desnivel +4826 / -646 m
Tiempo 5h 05'


DÍA 3 CHENNEK AMBIKO


Hoy el día se presenta bastante bien. Tras el desayuno, tomamos rumbo a Ambiko, donde montaremos nuestro siguiente campamento. Como nos ha pasado anteriormente, tenemos dudas sobre, exactamente, como es el recorrido, y qué opciones hay. Por lo que entendimos, para ir a Ambiko, es imprescindible subir al Ras Bawhit, tercera cumbre más alta del país (4.437 m). Además, la aplicación de mapas que utilizamos, MapsMe, nos conducía por la cumbre cuando se definía el trazado entre ambos campamentos. La verdad es que no tenemos nada claro cómo gestionar el día.


Hay una pista bastante transitada que, rodeando el Ras Bawhit, llega a la población de Chiro Leba. En lugar de transitar por la pista, tomamos unos caminos junto a los farallones rocosos que dan al Norte. Las vistas, a donde quiera mirarse, son espectaculares. A lo lejos, es visible el Imet Gogo. 
Nos cruzamos con un grupo de babuinos, desperezándose a estas horas de la mañana.


Algo de lejos, vemos un gran Ibex macho (endémico de estas montañas) y otros dos más jóvenes. La cabra montés de Etiopía, también llamada íbex de Etiopía, es una habitante de la alta montaña, que vive en escarpes rocosos entre los 2.500 y 4.500 metros. Su hábitat es el bosque de montaña, las praderas sub-alpinas, y los matorrales, donde pastan.


Dejamos por unos metros el camino, y avanzamos por la pista. Proponemos a Malish rodear el Ras utilizando la carretera, pero, oh sorpresa, realmente no hacía falta ni subir el pico ni tampoco rodearlo por carretera (unos 6 Km), ya que hay un atajo que evita ambas cosas. De todo este embrollo, deduzco que cuando dicen que hay que subir el pico x, no se refieren en que hay que alcanzar su cumbre, sino que simplemente, hay que pasar por él. Así que rehacemos los planes y decidimos que nos separaríamos en dos grupos. Yo subo al pico y Ester toma el atajo. No definimos bien el punto de encuentro, si bien según el mapa no dejaba mucha duda. Luego veríamos que no.

Tras un rifirrafe entre guía y scout, deciden que sería éste último el que me acompañaría. No le hace nada de gracias. El camino comienza a 4.140 m, por lo que la subida se hace muy rápida. No se ve mucho desde arriba, ya que hay niebla. Unos chavales nos han seguido durante la ascensión, y ahora intentan vender souvenirs y cocacola. Es raro que a 4430 m te veas en una situación así. Mas (que así se llama el scout), pregunta a los chicos como ir a Chiro Leba, que es una población de paso para ir a Ambiko… Eso no me deja muy tranquilo, la verdad. 


Bajamos a la pista justo en un collado que es cruce con otra pista que viene del sur. Desde allí, hay un camino que baja directamente a Chiro Leba y que no es el que han tomado el otro grupo. De hecho, el único camino que aparece en la cartografía es el que tenemos delante. Le digo a Más que bajemos por el que han utilizado ellos. Continuamos un rato por la pista, y sin pizca de confianza, empieza a bajar por un espolón bastante rocoso. La verdad es que no lo veo claro, y él parece que tampoco. Sin embargo, después de bajar “a trocha” un buen rato, damos con algunos caminillos que, a través de un valle muy estrecho, va a encontrarse con el camino que tomaron Ester y Malish. El barranquillo por el que descendimos, está plagado de esas flores  tan exóticas y llamativas de la zona, las Kniphofia (red hot poker flower).


Nos reagrupamos, y continuamos el descenso a Chiro Leba. El camino es ancho, aunque muy transitado por el ganado y, por tanto, algo incómodo. Comemos en una sombra el bocata, y al poco estamos en Chero Leba. Descansamos un momento y nos tomamos un refresco.


La población es bastante grande, y está llena de niños. Nos vacilan, algunos nos siguen la corriente, y otros nos intentan tirar al suelo con la rueda con la que juega. Las casas a medida que descendemos y nos alejamos del centro, son cada vez de peor calidad. Hay muchísimas moscas, y se nota que estamos a bastante menor altitud que los días anteriores. Una vez fuera del pueblo, se continúa bajando mucho. La vegetación y el paisaje cambian drásticamente, pasando de prados alpinos a una vegetación semi árida, con cactus gigantes y tonos marcadamente marrones.


Se desciende hasta los 2780m, momento en el que se cruza el caudaloso Meshesna Wenz. Nos sorprende la cantidad de actividad que hay: gente trabajando los campos, llevando acémilas de un lado a otro, arando, trillando… Un ritmo desenfrenado. 


Tras pasar unos pocos calores, y sufrir la compañía de millones de moscas, llegamos a Ambiko. Es un pueblillo francamente pobre, con casas hechas de ramas y barro, y en general bastante insalubre.


El lugar donde plantamos el campamento está dentro del “núcleo urbano”, y es con diferencia, el menos agradable de los lugares donde hemos acampado en este trek. La parte buena, es que es muy bonito ver a la gente de un lado para otro, y se tiene una visión muy buena de cómo es la vida rural en Etiopía. No hay ningún extranjero más. Hoy ha sido el día más largo y durillo del trek.

RESUMEN DEL DIA
Distasncia 29 Km
Desnivel +1.124 / -1.578 m
Tiempo 6h 05'

DÍA 4: RAS DASHEN


Hemos quedado a las 4:30 h para desayunar. La idea, es salir a las 5 y, finalmente, salimos a las 5:15. Subimos el guía, el scout y yo.

Los primeros kilómetros, transcurren entre campos, que son cada vez más verdes. Yo voy con el frontal, pero ninguno de los acompañantes lleva (se iluminan con el móvil). Cuando empieza a notar el calor por el ejercicio (vamos bastante ligeros), Malish no se corta y esconde la manta con la que se abriga entre unas plantas de guisantes… ya lo recogería al regreso. Cuando ya ha salido el sol, alcanzamos un pequeño collado.


A partir de ahí, desaparecen los cultivos de cereal, y toman el relevo los pastos alpinos con robelias gigantes. Hay una pista que sube en nuestra misma dirección, pero que se puede evitar en mayor o menor medida. Sólo se sigue de forma continuada por un par de kilómetros, en una travesía a media ladera que nos acerca al monte que queremos ascender. Luego, volvemos a dejarla para ir atajando cada una de sus revueltas. Esta pista es prácticamente intransitable para vehículos.


Finalmente, se alcanza un collado, a unos 4.200 m, donde, ahora sí, el sol nos da de lleno y vemos por fin nuestro objetivo, el Ras Dashen. Se flaquea por el este una cima próxima, y nos encaramos a la cara sur de la montaña. 


Decir que el Ras Dashen es una montaña bonita, es mucho decir. De hecho, no tiene para nada forma de pico, y no aparenta ser la mayor de los alrededores. Desde la posición en la que nos encontramos, justo antes de encaramarnos a ella, no podríamos asegurar dónde está la cumbre.


El camino se interna hacia la parte izquierda (este) del pico. Solo en algunas ocasiones hay que utilizar las manos, siendo pasos fáciles y cortos. Aún así, conseguí darme un buen golpe en la espinilla al desprenderse el apoyo en el que tenía los pies y terminar colgando de las manos. La roca está escarchada a esas horas de la mañana.


El día es radiante, y la vista desde la cubre es perfecta. No hay nadie (tampoco había más “expediciones” en Ambiko), solo Malish y yo. Hemos tardado 3h 15’ en ascender, contando paradas, unas tres si las descontamos. El ritmo al que hemos ascendido ha sido “alegre”, cosa que no gustaba mucho al scout. Resulta un poco surrealista estar ascendiendo una montaña en la que no hay nada ni nadie que pueda hacerte daño, acompañado con una persona armada.

El horario habitual para el ascenso es de unas 5h.


El descenso lo hacemos más tranquilamente, por el mismo itinerario. Se me hace algo largo.
En total hemos tardado 6h 15’ (4h 10 m en movimiento) en superar 1360 m de desnivel y 22,6 Km en distancia.

Esa noche, para celebrar el ascenso, abrimos una botella de vino etíope, el cual resulta bastante mejor de lo que esperábamos.

RESUMEN DEL DIA
Distasncia 22,6 Km
Desnivel +1.360 / -1.360 m
Tiempo 4h 10'

DÍA 5: AMBIKO - CHIRO LEBA


Nos levantamos muy prontito, ya que hay que llegar a Axum. Comenzamos a caminar a las 6:20. Hacemos el camino con bastante mejor temperatura que a la ida, pero pese a ello, las moscas nos comen. 

El coche está esperando ya. Hay bronca entre los mafiosos del pueblo y nuestro equipo. Por lo visto, quieren forzar que sean ellos los que carguen todo en el coche, a cambio, claro, de pasta. Finalmente, se salen con la suya, no sé a qué precio. Repartimos propinas: 10$ a los muleros, 20$ al ayudante de cocina, 20$+10€ al chef, 40€ al scout y 50€ al guía. Una pasta, vamos.

RESUMEN DEL DIA
Distasncia 7,9 Km
Desnivel +330/ -3660 m
Tiempo 1h 45'

Un poco de logística

La mejor época para visitar las Simien es entre Octubre y Mayo. Si vamos a principios de la estación (que es cuando lo hicimos nosotros), nos encontraremos en plena primavera, con un paisaje muy verde y florido. Por contra, es posible que llueva. En nuestro caso, nos mojamos bastante un par de días, pero aún así nos pareció que merece la pena. Un paisaje verde y florido espectacular.

Es obligatorio ir acompañado de un ranger o scout armado, pese a que no existen riesgos (aparentes) más allá de algunos niños algo curiosos.

La temperatura por las noches baja de 5ºC, por lo que conviene llevar algo de ropa de abrigo, pero tampoco exagerar. Sobre todo a principio de temporada, una buena chaqueta y pantalones impermeables son muy recomendables.

Aunque estas montañas son de altura modesta, debe tenerse cierta precaución y tener en cuenta este factor.

En caso de elegir una agencia para organizar todo el viaje, merece la pena hacer previamente a nuestra salida un "carteo" a tantas como podamos, solicitando presupuesto y condiciones. La que elegimos, SIMIEN MOUNTAINS TREKKING AND TOURS funcionó muy bien, y el guía Malish resulto muy competente  y profesional. El gerente de la empresa, Dezy (dizzysimien@gmail.com) salvo algún desliz con el coche, demostró también gran profesionalidad.

Si el trayecto internacional se realiza con Ethiopian Airlines, los vuelos locales salen baratísimos, con descuentos cercanos al 50%. Si no se va con mucho margen, habrá que considerar seriamente esta posibilidad, ya que ahorra mucho tiempo.

La depresión del Danakil está muy cerca e, imaginamos, merece mucho la pena (no tuvimos tiempo para visitarlas).

Una visita que no debe obviarse, son las Iglesias excavadas en la roca de Tigray, tanto por las iglesias en sí como por sus ubicaciones (algunas requieren escalar en roca).