Yucatán es una hermosa placa de roca caliza flotando en el mar Caribe, sobre la que frota a su vez un espeso mar de selva. Y entre esos dos mundos, existen conexiones.
Originalmente, los cenotes comienzan siendo una cámara subterránea que, conforme aumenta su tamaño, aflora a la superficie por colapso de la cúpula. Estos sistemas se formaron durante las épocas de descenso del nivel del mar que se produjeron en los pulsos glaciares del Pleistoceno, y son, en la mayor parte de los casos, ensanchamientos de complejas redes fluviales subterráneas que incluso pueden llegar al mar. Eso, en lo que a lo que a geología se refiere. La parte fascinante es que son, probablemente, el único lugar de la tierra donde se puede levitar, en un onírico vuelo, entre estalactitas, estalagmitas, banderas y estrechas salas. La visibilidad dentro de estos conductos de agua dulce es casi infinita, así como la oscuridad. La cercanía de una nueva entrada (un nuevo cenote) produce mágicos juegos de luces, y los haloclinas (zonas de contactos de agua dulce y salada), genera el efecto de una alucinación pasajera. Nosotros tuvimos la suerte de hacer tres inmersiones en dos cenotes: Un par en Dos Ojos y otra en el Taj Mahal.
CENOTE DOS OJOS
LINEA BARBIE
galerías paralelas. Se pasa alguna cueva relativamente estrecha, o al menos, no tan ancha como las anteriores. Se alcanza el cenote desde el que nos sumergimos desde otra entrada. Han sido unos 50 minutos. Estamos algo fríos (hemos ido con el traje corto), y agradecemos el sol de mediodía. Sin pasarnos de descansar, nos disponemos a acometer la siguiente inmersión.
BATICUEVA
Nos internamos de nuevo en el agua, da la impresión de más frío. Tomamos una galería que sale, más o menos, en dirección contraria a la Barbie.Un accidente hizo que el acceso ‘normal’ fuese otro. En la cúpula de la sala, hay bastantes murciélagos, a los que incordiamos con nuestras linternas.
El regreso, nuevamente, transcurre por un camino diferente. Esta inmersión ha sido algo más corta, unos 40 mn.
TAJ MAHAL
No resulta para nada pretencioso el nombre de este cenote, un auténtico palacio acuático. Llegamos pronto, y no hay nadie buceando, y eso añade un poco más de encanto al ya de por si precioso entorno. El agua está (o al menos, así nos parece) más fresca que en Dos Ojos, y desde luego que más habitada: unos pequeños pececitos nos hacen un servicio de ictioterapia en los pies totalmente gratis. La inmersión transcurre por un entorno parecido al del otro cenote que conocemos.
Es destacable un haloclina que se forma en la zona en que el agua dulce entra en contacto con la salada. Si bien es posible emerger en otras entradas al sistema Taj Mahal, Chepo decide que es mejor no hacerlo para evitar problemas en los oídos. Salimos en una pequeña sala, justo antes de finalizar la inmersión.
… Y UN POCO DE CARIBE.
Desde luego que los cenotes definen la diferencia de Yucatán como zona de buceo. Pero si no existieran, también merecería la pena ir. En Akumal (donde estábamos viviendo), hay MUCHAS tortugas,
se ven a pocos metros de la orilla y resultan unos animalitos encantadores.
En el arrecife hay multitud de peces, y las salidas con tubo son un clásico. Además del snorkel, hicimos un par de inmersiones en las cercanías:
LA BOYA
Es un arrecife de aguas muy azules don de vimos, entre otros muchos peces, una raya de cola ancha.
LOBSTER REEF
Parecida a la anterior, vimos bastantes tortugas, una barracuda, peces loro...
MAS DATOS:
- Nosotros buceamos con AKUMAL DIVE CENTER
- En Dos Ojos hay un fotógrafo (sí, increible) que saca fotos a la gente. Al principio nos pareció una auténtica gringada, pero la verdad es que las hacen muy bien.
- Merece tanto la pena ir a Yucatán por el mar y los cenotes como por las ruinas. Chichen Itza, Coba, Tulum... Mejor alquilar coche y madrugar a ir con la ‘borregada’ transportada en autobuses.