domingo, 25 de mayo de 2008

SANJUANADA 2007. ANETO POR EL CORREDOR ESTASEN

Sanjuanada = excursión masoca aprovechando el solsticio de verano cuyo objetivo es superar el máximo desnivel posible (para nosotros) en una jornada. Esta vez, con el aliciente de subir por una 'anormal' que le da algo de vidilla. En resumen, subimos desde el fondo del valle de Vallibierna (área de acampada) hasta la cumbre en unas 14 h brutas (subida y bajada), 2.100 m de desnivel netos y un corredor fácil (PD).
Ahí va un audioviaual (hay que pinchar sobre las fotos)

y unas foticos

Sanjuanada 2006. El Almanzor por el camino del Tío Domingo.

Conocimos esta ruta cuando buscábamos recorridos "cañeros" que salven un gran desnivel y sean abordables en una sola jornada. Nos encontramos con un camino exigente físicamente pero, ante todo, original, solitario y audaz, que permite alcanzar la cumbre más alta del sistema central de una forma sorprendente. EL TRACK ESTÁ DISPONIBLE EN: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=93856

Este imprescindible itinerario se lo debemos al Tío Domingo, Domingo Blázquez, que fue Guarda Mayor de Gredos e hijo de Isidoro Blázquez, el primer Guarda Mayor del Coto Real de Gredos, nombrado por el rey Alfonso XIII allá por el año 1905. Salva los más de 1900 m de desnivel que existe entre el puente de ?El Pinillo? y el Almanzor, pasando por la portilla Bermeja. Para realizar este itinerario nos dirigiremos a la población de ?El Raso?, cercana a Candelada. Dentro del pueblo seguimos las indicaciones del castro celta. De esa manera, se toma una carretera que se convierte en una pista transitable por turismos que seguimos sin tomar desvíos hasta el final, junto al puente de el Pinillo (o ?Riovicente?). A unos 200 m pasado el puente, sale un camino bastante claro que avanza entre el bosque. Se pasa por unas cabañas que dejamos a la derecha, y gana altura gradualmente por la ladera de la perdiz. Se llega, pasada 1 h 15? a la Mogorra del Helechal y el collado de Hinojoso (1677). A partir de ese punto, se avanza por el cordal de la peña Chilla, la cual se salva a su derecha. El siguiente hito es el Collado Silla de la Peña (3h 30?, 1900 m), a partir del cual empezaremos a subir de verdad. Es en este tramo donde la ruta muestra su mayor belleza e ingeniosidad, serpenteando entre roquedos verdes y abundantes piornos. Un repecho duro nos dejará en un curioso y estrecho paso en la otra ladera. Tras una corta travesía regresamos de nuevo a la vertiente E del cordal hasta otro paso más amplio a partir del cual ya es visible la Portilla Bermeja. Hasta la Portilla (2.418 m) habremos invertido unas 4 h. Muy probablemente hasta este punto no os crucéis con nadie. A partir de este, empieza el circo (en todos los sentidos).

OPCION 1: LA FACIL

Bajamos la Portilla Bermeja hasta los 2330 m aproximadamente y, siguiendo algún hito, realizaremos una travesía a la izquierda hasta enlazar la ruta que sube a la portilla del Crampón. Una vez en la Portilla se bajan unos pocos metros por la ladera opuesta y enseguida, mediante una travesía a la derecha se alcanza el paso ?chungo? (unos pocos pasos de II) que nos deja en la cima. 5 h 30?.

OPCION 2.

Desde el la Portilla Bermeja, tomar los hitos que salen a la izquierda y remontan la cresta situada entre ambas Portillas. Nosotros abandonamos los hitos para ir a plena cresta, encontrándonos pasos de III en el destrepe a la Portilla del Crampón. Si en lugar de ir a plena cresta se siguen los hitos, también se llega a la Portilla del Crampón (nosotros no seguimos este itinerario, no puedo dar detalles).

COMENTARIOS

El camino es bastante evidente en verano, en invierno imaginamos que el tema cambiará mucho especialmente a partir del Collado Silla de la Peña.

En verano es conveniente vivaquear a pie de ruta y madrugar, ya que el calor aprieta. Llevad mucho agua (mínimo 4 litros)

FOTOS PINCHANDO EL MAPA

Los años intensos

Duros comienzos laborales. Forestal sin experiencia ni papa de ingles de teleco-topógrafo por el mundo.

Como dijo el filósofo, 'Cerebrus apretatus corre que se las pela'.

  • Pakistán (Julio - Agosto 95)
  • Ecuador (varias etapas, 13 meses)
  • Cuba (Enero- Febrero 96)
  • Perú (Mayo - Junio 96)
  • Bolivia (Septiembre - Octubre 96)
  • Etiopía (Noviembre 96)
  • Filipinas (Abril - Mayo 97)
  • Sumatra (Indonesia, Noviembre - Diciembre 97)
  • Egipto (Marzo y Mayo 98)
  • Costa de Marfil (Abril 98)
  • Mali (Junio - Julio 98)

sábado, 10 de mayo de 2008

LADAKH. UNA ESCALADA AL STOCK KANGRI

Muchas veces dudo de que los acontecimientos se rijan por la casualidad y el libre albedrío. Cuando, en Abril del 2002 regresábamos de tierras Africanas, tras ascender al Jbel M’goum, nos estábamos dirigiendo, sin saberlo, hacia un pequeño rincón del Tibet que permanece medio olvidado en el Norte de la India, y del cual ni siquiera habíamos oído hablar: la región de Ladakh. En efecto, tras enviar a la editorial Lonely Planet un par de reseñas sobre sitios interesantes para viajeros ‘budget’ (o sea, cutres), nos respondieron que muchas gracias y que nos regalaban una guía a nuestra elección. Y en estos casos hay que aplicar la regla fundamental de los regalos: el mejor regalo es aquél que, aún apeteciéndote, en realidad, tú no te comprarías. Así que, ¿por qué no la guía del Himalaya Indio?. No teníamos previsto ir, pero... ¿quién sabe?… Y así empezó todo.


Ladakh representa mucho más que montañas. En realidad, no merece la pena el esfuerzo de un viaje de tal magnitud únicamente para escalar. Es el sabor de aquellas tierras ásperas, donde la vida a duras penas consigue hacerse un hueco gracias al milagro del Indo; es el sabor de sus gentes, recias como pocas, pero afables y sonrientes, lo que de verdad justifica el viaje. Además, las montañas.


Ladakh es, políticamente, India. Sin embargo, un paseo por Leh, su capital, o por sus alrededores, rebela inmediatamente sus profundas raíces tibetanas: La tez aceitunada y estilizada figura de los Indios de otras latitudes son aquí menos abundantes. Los rasgos de los Ladakhis son mongoles y su religión es el budismo tibetano. No en balde, el Dalai Lama tiene una de sus residencias en el valle de Nubra, en la cual pasa varios meses al año. Sin embargo, pese a la presencia densa del budismo, estamos ante una sociedad multicultural: en Ladakh conviven budistas, hindúes y musulmanes en aparente paz, paz que se quebranta día a día en la cercanísima Cachemira.

Fue en 1974 cuando el gobierno Indio empieza a abrir la región al turismo. Eso no significa que sea fácil llegar ni que sea una zona abiertamente ‘guiri’. La mayoría de los visitantes buscan en esta región un toque de exotismo dentro del exotismo que de por si representa la India ‘de verdad’. Y la mayoría de ellos incluyen en su visita un trekking, cuando no es ésta la actividad principal de la visita. Sin embargo no son muchos los que hacen del alpinismo el principal objeto de su visita, pese a que (al menos en nuestra opinión) estas montañas sean más agradecidas para realizar una ascensión que para una caminata exclusivamente. En cualquier caso, la mayoría de las ascensiones requieren como mínimo 2 días de aproximación, por lo que ambas actividades quedan inevitablemente unidas.


Cuando empezamos a planificar el viaje, nos encontramos con bastantes dudas: en primer lugar, existía muy poca información sobre las montañas. Apenas encontramos algunas reseñas de la vía normal al Stok Kangri y a la antecima del Kang Yatze. Sobre vías alternativas, la cosa se ponía todavía peor; tan sólo un comentario de un Australiano ‘que dice que vio a un Suizo que le dijo que la cara NE estaba fácil y bien’. De la ruta a la cima principal del Kang, sólo conseguimos información confusa y contradictoria salvo en un aspecto: era una ruta larga y difícil. Otro de los asuntos que nos quitaba el sueño era el tema de los permisos. En India hace falta permiso para escalar cualquier pico del Himalaya Indio, sea cual sea su altitud. Además, es un permiso caro y difícil de conseguir y obliga a ser acompañado, como si del K2 se tratara, de un oficial de enlace. Sobre este aspecto sí que había una relativa unanimidad: con respecto a Ladakh, es obligatorio, pero casi nadie lo pide y casi todos suben. La impresión que nos llevamos al final del viaje es que el gobierno indio es consciente de que resulta más rentable hacer la vista gorda y apoyar el turismo que obtener rentas por permisos. Por supuesto que una expedición ‘ligera’ tiene más posibilidades de pasar desapercibida que una caravana con 10 caballos y 20 personas. Con todas estas dudas y alguna más que nos surgiría de camino, tomamos el avión a Delhi y de allí otro a Leh.


La región de Ladakh se encuentra inmersa en el Valle del Indo, atrincherada entre la cordillera del Himalaya y la del KaraKórum. Para llegar allí, existen dos posibilidades. Una es tomar un bus desde Delhi a Manali, y desde allí a continuar la ruta a través de Himachal Pradesh hasta el valle del Indo. Es una alternativa bonita, pero larga -3 días de bus- y peligrosa por el estado de pistas por la que discurre. Nosotros optamos por ver el Himalaya desde el cielo. Solamente las vistas desde el avión hacen que merezca la pena llegar hasta allí. De las llanuras del Punjab, se pasa, a medida que la tierra se levanta, a densos bosques de niebla. Un corto estrato alpino nos mete de lleno en el reino de la piedra y los glaciares, recibiendo en pocos minutos la mejor lección de geología a la que podríamos aspirar. Tras superar el ramal oeste del Himalaya, el avión vira bruscamente a 90º, y comienza un vertiginoso descenso según se lo permite la orografía, viéndose obligado incluso a sobrepasar la pista de aterrizaje para, dando media vuelta, continuar su descenso hasta tomar finalmente tierra.


Los primeros días en Leh los dedicamos a la variopinta tarea de aclimatar. Variopinta, porque se puede aclimatar haciendo casi cualquier cosa si te encuentras en torno a los 4.000 mts de altitud. Así, aprovechamos para visitar los monasterios más cercanos a la ciudad: Lekir, Alchi, Lamayuru y Rizong.. Otras dos incursiones por los montes pelados cercanos a la ciudad nos animan a subir el paso de Digar La, a 4700 m. Éste paso une los valles del Indo y Nubra, y si bien es parte de un trekking cuyo objetivo es llegar a Nubra, nosotros lo consideramos un objetivo en sí mismo: sería nuestro primer test en altura. Tras una jornada de aproximación nos situamos en el CB del paso. Al día siguiente ascendemos siguiendo el mismo camino que en 1820 vio pasar a Mr William Moorcroft, uno de los primeros occidentales que exploró la zona en busca de un paso que permitiera las relaciones comerciales entre Asia Central e India, y que sobre esta parte del sendero escribió: “Siendo el ascenso muy empinado, resultaba extremadamente fatigoso caminar, y la dificultad para respirar ha pasado a ser la experiencia más dolorosa y molesta que he experimentado jamás: esto se extendía también a los animales, especialmente los caballos; pero los Yaks tampoco estaban totalmente exentos de tal sufrimiento y nos veíamos obligados a parar continuamente para proporcionarles descanso” (Travels in the Himalayan Provinces of Hindustan and the Panjab). Nosotros, con menos sufrimientos que el bueno de Moorcroft, alcanzamos el paso 3 horas después y sin duda fuimos recompensados con el mismo paisaje que 185 años recompensó al explorador Inglés; el Saser Kangri de 7670 m y máxima altura de Ladakh en el Norte, la cordillera de Zanskar al Sur y cientos de montañas anónimas nos saludan y nos animan a conocer nuevos senderos y pasos.

Tras bajar de Digar La, teníamos claro una cosa: estábamos preparados para montañas más altas, por ejemplo el Stok Kangri. El Stok es sin duda el monte más popular de esta región. El sobrepasar los 6.000 m, estar cerca de Leh, y el hecho de que su vía normal sea técnicamente muy sencilla, hace que numerosos caminantes venidos a más, acudan a él para intentar alcanzar su cima, en muchos casos, su primera gran cima.

Como alternativa a la normal, el Stock presenta, en su cara Nor-Este una pala de nieve con forma de cometa, la cual parecía iba ser nuestro objetivo. Y digo parecía porque la ausencia de mapas hacía difícil conocer exactamente lo que estábamos observando. Parecía que, además de dicha pala, había una cresta,pero… una cresta ¿cómo de larga?¿cómo de difícil?. Solo podíamos averiguarlo metiéndonos en faena. Así que contratamos a dos arrieros a través de una agencia local. No es la opción más barata ni más conveniente, ya que la agencia sólo hace de intermediaria llevándose un dinero que a todas luces estaría mejor en el bolsillo del arriero. Sin embargo, el tiempo –maldito tiempo- nos obligó a optar por la opción más rápida. Tuvimos mucha suerte con Tsering Gombo, nuestro arriero. Un hombre fuerte, conocedor de la zona y que terminó siendo, además, nuestro amigo. Sentimos un poco de vergüenza al comparar nuestro equipo con el de Tsering. Un paracaídas reciclado le servía de tienda; un par de mantas, de saco y aislante, y unas viejas zapatillas eran la alternativa a nuestras sofisticadas botas.. Y con nuestro amigo, un par de caballos y muchas ilusiones nos fuimos al Stok. La aproximación es suave y agradable. El camino comienza en el pueblo de Stok, cerca de Leh, y en dos jornadas alcanzamos el CB. En lugar de montar campamento en su habitual emplazamiento para ascender por la vía normal, nos desviamos a la derecha, para instalarnos cerca de la base de la pala de nieve, desde donde, además, era perfectamente visible su ascenso. Pero nuestra gran incógnita seguía siendo la cresta y el repecho final.

Al día siguiente, a eso de las 2h nos pusimos en marcha. Si hay algo realmente desagradable, dentro de las numerosas cosas desagradables (seamos honestos) que tiene la montaña, es levantarse a las 0 h, con un frío de cuidado, desayunar mal, ponerse una ropa helada y caminar algo aturdido en medio de la noche. Cosas muy agradables han de proporcionar las montañas para que compense esas y peores cosas. Inmersos en este tipo de pensamientos, acometimos las primeras rampas de nieve. La pendiente iba aumentando casi imperceptiblemente a medida que ganábamos altura. Cuando alcanzamos aproximadamente el tercio superior, nos encontramos ya utilizando piolet-tracción en hielo bastante duro, por lo que decidimos sacar la cuerda. Amanece. Después de 3 largos de unos 55º y tras sortear -más que superar- la cornisa, alcanzamos la arista. ¡Queda un huevo!. Sin duda, la cresta hasta la cima es más larga de lo que habíamos previsto. Además, el último tramo parece casi vertical, y solo tenemos 4 tornillos... Nos planteamos bajarnos. Sin embargo, ese frágil pero permanente equilibrio entre la prudencia y la audacia, se decantó, en esta ocasión, por continuar Llegamos a los gendarmes en ensamble, sin demasiada dificultad, sorteándolos por su vertiente Oeste, ya que la nieve por la otra cara recibe el sol de pleno y no pinta bien. Al final son 3 largos de medio andar medio escalar por terrazas estrechas e inestables de pizarra, que no permite montar reuniones en condiciones. Un corredor nos conduce de nuevo a la arista. A partir de ese punto, nos parecerá que siempre quedan 2 largos para la cumbre. En realidad fueron 6 largos a media ladera o en plena cresta por un terreno inestable de nieve o sobre un hielo más expuesto que difícil. A medida que nos aproximábamos al pináculo final, íbamos barajando todas las hipótesis para no atacarlo por el lado que daba a la cresta. Franquearlo por el Nor Oeste sería expuesto debido a los desprendimientos que caían a cada rato. Por el Este la nieve estaría ya blanda y tampoco nos ahorraba gran cosa. Así que decidimos atacarlo por donde parecía más seguro pero también más difícil. Una vez superado este repecho final (80º), sólo nos queda un pequeño tramo de cresta hasta la cima. Cientos de banderas de oración nos reciben. Estamos solos en la cumbre. Sin duda, no somos los primeros que hemos utilizado esta ruta. Sin embargo, la ausencia de información, cartografía y cualquier tipo de vestigio de ascensiones anteriores, hacen que nuestro corazón se sienta como el de los primeros.

La bajada por la vía normal hace que nos alegremos especialmente de haber buscado una alternativa. Sin duda es la normal más horrorosa de cuantas montañas grandotas hemos ascendido. Después de varias horas de descenso entre bloques, llegamos, casi de noche, al glaciar que se utiliza en la vía normal. Vemos un hombre en la otra orilla. Para y nos mira. Resulta extraño que alguien ascienda a estas horas, y lo primero que pensamos es que se trata un oficial de enlace con las esposas preparadas. Cruza el glaciar y nos hace señas. ¡Es Tsering!.. Nos cuenta que en el CB estaban muy preocupados por nosotros y por ello ha subido a buscarnos hasta aquí.

Al día siguiente, con la satisfacción de haber alcanzado nuestro objetivo, nos volvemos a Leh en busca de un merecido descanso. Cuando se retorna por la misma ruta de acceso, todo cambia. La perspectiva de los valles, el esfuerzo físico e incluso el estado de ánimo son totalmente diferentes. Disfrutábamos de las vistas y de contemplar cómo pasábamos de la inhóspita alta montaña a los acogedores valles. En uno de los poblados por los que pasamos, se acercó una muchacha, nos ofreció unos guisantes, nos sonrió y se alejó. Por extraño que parezca, aún hoy, la sonrisa de aquella chica, su regalo desinteresado, permanecen grabados en nuestra memoria con la misma intensidad que la ascensión a la montaña. Realmente, nos llevamos dentro mucho más que una montaña.


Borja Galmés

Alberto P Cabana

ELBRUS ESTE Y OESTE

EL ELBRUS ES UN MONTE FEO EN UN MAR DE MONTAÑAS PRECIOSAS, BASTANTE ZALVAJES Y RAZONABLEMENTE VACÍAS. IR AL CAUCASO Y SÓLO ASCENDER AL ELBRUS ES COMO IR A PIRINEOS Y LIMITARSE AL PERDIDO. AL FINAL, PESE A INTENTAR MÁS PICOS (COSAS DE LA VIDA) SÓLO HICIMOS CUMBRE AL 'PICOMASALTODEEUROPA'. ESO SÍ, A SUS DOS CUMBRES.



Como no se trata de contar nuestras vivencias personales, ahí van los datos que nos hubiera gustado tener claros antes de salir.

v No merece la pena ir con una agencia en un paquete cerrado (vuelo + permiso + hoteles + refugios + guía?), siempre y cuando te desevuelvas bien en alta montaña. Todo el lío burocrático se puede resolver desde España, asistido por alguna agencia Rusa. Ésta deberá cursar una invitación, inventarse una serie de hoteles ficticios donde supuestamente se va a estar, y conseguir varios permisos. Nosotros hicimos esta gestión con PILGRIM TOURS, los cuales actuaron con una gran profesionalidad. Viajando así se puede ahorrar un 50% de los costes.


v Una vez conseguida la invitación, hay que hacer todo el papeleo con el consulado. LLEVA BASTANTE TIEMPO, HACEDLO POR LO MENOS 1 MES ANTES DE SALIR.

v Al menos en Julio, TODO EL MUNDO ESTABA EN EL ELBRUS, no hay problema de perderse con buen tiempo.

v En el valle de Baksan (el principal) se puede comprar comida y gas.

Nosotros aclimatamos en 2 valles: Adyl-Su y Adyr-Su. Intentamos el Jantugan, Orrubassi y Kichidar. Preciosos montes, merecen mucho más la pena que el Elbrus.

Desde Azau (último pueblo del valle) se toman 2 telecabinas y 1 peligroso telesilla. Justo al final del telesilla está el refugio BARRELS, un conjunto de refugios raros como latas de cocacola gigantes (3.800 m). En torno a los 4100 m hay un conjunto de refugios: Eleven Hut, grande y horroroso en una zona llena de mierda. Unos 100 m más arriba hay un nuevo refugio azul, más habitable. Justo enfrente de ambos, en un espolón rocoso hay 2 refugios pequeños y libres, en una zona más limpia donde además se pueden montar bien las tiendas. A veces los guardas de 11 Hut no dejan utilizarlos por razones desconocidas. Uno de ellos es un trozo de avión, todavía se puede leer ?Aeroflot? en el fuselaje. Es recomendable subir para aclimatar a Pastuckova Rocks (4.680 m), donde se puede llegar a montar alguna tienda (ojo, zona muy desprotegida y ventosa). Hasta allí los turistas suben con una especie de oruga como las de las pistas de esquí. La cumbre W no reviste problema técnico alguno, eso sí, es una calcetinada. Tardamos 4 horas (algunos) y 6 h (otros) para subir los 1550 m de desnivel. La cumre Este (menos frecuentada) tampoco reviste problema pero añade 200 m más de desnivel. No utilizamos piolet en la subida, pero es recomendable llevarlo.

AUDIOVISUAL EN:

http://www.photodex.com/sharing/viewshow.html?fl=2763498&alb=133292


FOTOS PINCHANDO EL ELBRUS

ARARAT (AGRI DAGI)

El Ararat es una de esas montañas que resulta más bonita de lejos que de cerca. Es una de esas montañas cuya contemplación y leyenda resulta más bella que su ascensión. Sin duda, una montaña para románticos.


No resulta fácil, sin embargo, organizar la escalada del Agri Dag. Al menos con 2 meses de antelación deberemos tener claro que queremos subir, y que estamos dispuesto a pasar por el aro (los aros) burocráticos que el gobierno turco impone. Para más ‘inri’, no está en Turquía, al menos si nos ponemos del lado de los Kurdos. No merece la pena llevar todo organizado. En ningún sentido. Perderemos la ‘salsa’ de la improvisación, del regateo, del hoy dónde como, del cómo se llega a Doguvayazit… toda la aventura en los viajes aborregados de agencia ‘all included’ se reduce a ‘¿dónde está la tienda comedor?’ O ‘¿dónde nos llevan mañana?’ (frases oídas a un grupo de Españoles en el Ararat que se gastaron justo el doble y disfrutaron justo la décima parte).

No me enrollo más. Al grano. Los trámites están perfectamente explicados en la web del consulado: http://www.tcmadridbe.org/visados_agri.htm. La parte más engorrosa es el pago a la Federación Turca de Montaña, ya que los bancos no suelen tener claro la manera de realizar el ingreso. NO olvidéis el justificante del banco en el viaje a Turquía. Tampoco dejéis todo para el último momento como hicimos nosotros y realizad los trámites con más de 2 meses.

El viaje.

Nosotros fuimos a Estambul y de ahí a Erzurum en un vuelo interno. A esta ciudad viajamos con Pegasus Airlines (http://www.flypgs.com/) y no tuvimos ningún problema comprando el billete electrónico desde España. También se puede viajar a Van, la distancia al CB es más o menos la misma. Nosotros elegimos Erzurum por quedar mejor situado para la segunda parte del viaje (Kaçkar Dag).

En Erzurum merece la pena quedarse un día (no más) para ver alguna Madrassa y alguna Mezquita chula. Luego, toca un Bus a Doguvayazit. Son 4h 30´ de carretera. Una vez en Doguvayazit no hay más remedio que pasar por el aro y soltar la pasta una vez más: no se puede subir al Agri Dag sin un guía titulado. Nosotros contactamos con una agencia, Ararat Trek (http://www.ararattrek.com/) en la misma ciudad, no llevábamos nada hablado de casa. El jefe se llama Zafer Onay y es un tipo serio. Pagamos por las mulas, guía y transporte hasta donde llegan los vehículos 200€ por cabeza. El cálculo inicial era de 4 días en la montaña, aunque finalmente fueron 3. Compartimos todo ello con 2 Suizos, por lo que éramos 5 en total. Creo que se podría apretar más, o bien contactar directamente con un guía. Si el tiempo está de vuestro lado, merecería la pena darse algún paseo por la ciudad y preguntar en los cafetines.

La ascensión.

El Ararat se eleva majestuosamente sobre la meseta de Anatolia más de 3.000 m. No me extraña que, quien escribiera la historia de Noé, embarrancara a su personaje en este pico. El pequeño Ararat, todavía más perfecto y cónico, no se puede subir por ser fronterizo.

El primer día es bastante placentero. El coche nos deja a 2.100 m, y allí cargamos las mulas. Sin peso, el camino se hace agradable y más que tranquilo. Se tarda unas 3h 45’ en alcanzar el C1, a 3.200 m. Las vistas del Ararat nos acompañan todo el rato, y nuestra imaginación traza vías por los pinos neveros que caen de la cumbre. Es conveniente subir agua, ya que no hay en el C1.

La subida al C2 es menos agradable: ya no hay vegetación, y el camino se vuelve áspera pedrera que zigzaguea por las laderas del monte. Metemos un poco de caña, ya que nos parece que el C2 debe estar hasta arriba de gente y desde lejos no se intuyen muchos sitios para la tienda. Tardamos poco, 2h 15’, y pasamos el resto del día aclimatando (o sea, bebiendo y poco más). Hay unas 15 plataformas para plantar las tiendas, y muchas de ellas están reservadas por las agencias borreguiles que suben a los que pagan. De nuevo el dinero lo pone todo fácil.

Día de cumbre. Nos levantamos muy pronto, a eso de las 12h 30’. Yo no soy muy partidario de tal madrugón, sobre todo porque el glaciar es muy pequeño, y sin riesgo de grietas o avalanchas. ¿Qué más da atravesarlo a las 4 que a las 9?. Finalmente, el hecho de madrugar, marco la crucial diferencia entre disfrutar de una ascensión solos en la montaña y alcanzar a una cumbre solitaria con subir asqueado y llegar a una cumbre atestada. La ruta transcurre por la ladera SE, hasta llegar a la nieve, a unos 4.900m. Ya por terreno glaciar se alcanza un collado y de allí, girando a la derecha, a la cumbre. Subimos por primera vez junto al guía y los Suizos. Se orienta muy bien en la caótica pedrera y nos canturrea en Kurdo. La subida es pesada. No es el día de suerte de mis compañeros. Al que llevo delante se le revienta la mamona (perdón, idrateision baj) y le empapa los riñones. Y al otro compañero… luego viene la historia. Pasito a pasito y con más frío y viento que el esperado llegamos al nevero/glaciar. Nos ponemos los crampones (no consideramos necesario piolet) y en dos patadas llegamos a la cumbre. Hemos tardado 4 horas en alcanzar los 5.134 m. No pasamos mucho tiempo arriba por el viento y el frío, así que empezamos a bajar antes de que llegue nadie. Los Suizos, potan alegremente en la cima y luego inician la bajada.

Nos adelantamos al guía en la pedrera, ya que vamos a buen ritmo, y él tiene que esperar a los Suizos. Javier, que va ligero, tropieza. Veo como da varias vueltas de campana por la descompuesta y pina pedrera hasta parar. Se lleva la mano a la frente… cuando llegamos hasta él sangra abundantemente por la ceja. Tiene una buena brecha, casi se le ve el cráneo. Con el susto en el cuerpo, pero en el fondo aliviados (podía ser peor) le hacemos una cura de urgencia y al C2. Pese a lo complicado de la situación, tenemos ánimo de fijarnos en el espectáculo que se está representando ante nosotros: la sombra del Ararat se estira infinitamente por la meseta Anatoliense hasta casi perderse en Europa. Una vez en C2, con el botiquín que llevamos, le limpiamos bien la herida y le ponemos una venda. Nuestro plan de echar una cabezadita en el C2 y continuar más tarde, se desvanece e iniciamos el descenso al C1 con la esperanza de conseguir un caballo. Y, efectivamente, lo encontramos… sólo que nos piden 110 USD por bajarle. ¡¡Que les den por culo, hombre, que se aprovechen de las desgracias de otro!! (estos de Bilbao son duros como el pedernal). Comemos algo y para el C0… Llegamos muy cansados. Han sido 3000 m de bajada y 1100 de subida. Para rematar el día, 4 puntos de sutura sin anestesia (de Bilbao y de la margen derecha) y un par de cervezas.

La sensación que nos queda...

ha sido agridulce. No nos ha entusiasmado la montaña, en realidad nos ha tratado bastante mal. No volveremos al Ararat, pero tampoco nos arrepentimos de haber venido. Nos espera ahora un largo viaje de vuelta hasta alcanzar el próximo objetivo, el Kaçkar… pero esa es otra historia y debería ser contada en otra ocasión.

AUDIOVISUAL EN:

http://www.photodex.com/sharing/viewalbum.html?alb=133295


Más fotos pinchando esta

Kaçkar Dag (3.932 m). ALPES PONTICOS, TURQUIA

Como suele pasar, los objetivos que nos marcamos de cara a un viaje montañero defraudan, y son aquellos segundos planes, o simplemente los imprevistos, los que finalmente uno se lleva en la memoria y en el corazón. Así como el Ararat decepcionó un poco, el descubrimiento de esta occidental cordillera Asiática, nos dejó, pese al tiempo, un buen regusto en el paladar.

Los Alpes Pónticos. Tiene sonoridad, y además provoca que en algún rincón de la memoria se active la señal de: ‘me suena, yo he oído algo de los Alpes Pónticos…’. Realmente, deberíamos haber oído hablar de ellos, máxime si se tiene en cuenta que esta cadena montañosa se extiende desde el estrecho de Bósforo (O) hasta la frontera con Georgia (E) sobre 1.125 km de longitud. Dicho de otra manera, forma una especie de presa natural que parece contener las aguas del Mar Negro, evitando que inunde Anatolia. Si consideramos que son casi igual de extensos que los Alpes y triplica a Pirineos…. ¿nos debería al menos sonar?.

Sorprende un país que, si caemos en los tópicos de siempre, imaginamos seco (incluso con sus camellos y palmeras), pueda llegar a tener una cadena montañosa poblada de tupidos bosques de abetos, caudalosos ríos y verdes valles alpinos. Unas montañas en las que las temperaturas en invierno alcanzan los -30ºC, las avalanchas son frecuentes y los habitantes deben convivir con la nieve por 6 meses al año. En la vertiente Norte se dan precipitaciones de hasta 5.000 mm anuales en algún punto, con 250 días anuales de precipitación. Los húmedos vientos del Mar Negro suben el vertiginoso escalón y descargan en las laderas septentrionales gran parte de las lluvias. En esta vertiente se produce gran cantidad de té y avellanas. El Kaçkar representa la zona de mayor elevación de los Alpes Pónticos, y se sitúa en el extremo Este de la Cordillera. Su pico culminante, el Kaçkar Dag (3.932 m) fue el objetivo de nuestra excursión.


La aproximación más cómoda es desde Erzurum, a donde llegan vuelos de Estambul (ver la reseña-relato del Ararat).También es posible aterrizar en Trabzon, junto al Mar Negro, si bien la aproximación debe ser bastante más larga. Desde Erzurum hay que llegar a Yusufeli, ciudad famosa entre los que hacen Rafting por su caudaloso río. Se tardan unas 3 horas. Allí tomamos otro dolmus (minibús) a Yaylalar, el Chamonix del Kaçkar. La carretera, luego pista, serpentea por el valle mientras va tomando altura. La cantidad de agua que lleva el río contrasta con lo árido del entorno, si bien poco a poco van surgiendo paisajes cada vez más alpinos. En las zonas más altas el entorno es similar al que podemos ver en Pirineos, un precioso monte atlántico de píceas y abetos. En ‘el Chamonix’ de la zona hay un par de hotelillos y una tienda para comprar lo imprescindible.


‘Esto es igual que Pirineos’. Probablemente, este será el comentario que habrán hecho la mayoría de los españoles y franceses que se hayan aventurado por aquí. Desde luego que el entorno nos resultará familiar, al contrario de otras montañas turcas que son muy diferentes a las peninsulares. El mulero es un tipo curtido, de barba blanca y piel surcada por profundas arrugas que no habla ‘ni papa’ de Inglés. Cargamos al pobre bicho y tiramos para nuestro campamento. Durante la primera mitad, disfrutamos con cada recodo del valle, pese a las nubes que se empeñan en agarrarse a las cumbres. Luego se pone a llover. Maldecimos bajo nuestro gore, mientras el mulero aguanta el chaparrón estoicamente, abrigado con su chupa de cuero. Llegamos después de 3 horas al CB, situado en una bonita pradera, y montamos la tienda tan alejada del resto como la pendiente lo permite. El resto de la tarde llueve, y no alcanzamos a ver los picos de los alrededores y mucho menos el grandote, Kaçkar Dag.


Amanece nublado, como era de esperar, pero no llueve. Sin mapa ni demasiadas referencias de cómo se llega, tiramos valle arriba, con la esperanza que ese hueco azul minúsculo se torne en claro y luego en cielo azul. Remontamos el torrente junto al que acampamos, hasta un primer escalón. Allí encontramos algunos hitos, que giran ligeramente a derecha y que nos indican la ruta al gran lago Denizgölu. De allí, intuimos más que vemos la ruta, por la ladera de la derecha, cercana al desagüe del lago. Nos lleva a un colladito desde el que se divisa otro lago más pequeño, enclaustrado por una morrena. Por encima de ella lo bordeamos, hasta unas franjas rocosas que se flanquean (derecha) y que nos llevan a otro collado. De nuevo a la derecha, se sube, a veces trepeteando, una vez superado el collado. El claro de cielo azul se pierde junto con nuestras esperanzas de broncearnos y ver los glaciares que prácticamente nos limitamos a imaginar. De hecho, en este punto se nos pierde, además, el camino. Se trata de una zona confusa especialmente si hay niebla, donde no es evidente el sentido de la marcha. Deambulamos de un lado para otro, y damos con una pareja de checos que, a su vez, deambulan al estilo checo. Tras comprobar que en su país como en el nuestro, no hay quien se oriente con esta niebla, y que se deambula de forma similar, decidimos consultar al GPS. Estos Americanos, sí que saben¡¡¡… Bordeamos un cordal rocoso y , voila¡ aparece un valle por el que todo parece indicar se sube. Ascendemos por una pedrera algo desagradable y al rato nos cruzamos con un enorme grupo de japoneses y su correspondiente guía. Van a 4 patas por la pedrera, y según parece llevan andando muchas horas, desde las 4:30 de la madrugada. Les adelantamos y alcanzamos sin más la cumbre. Parece que esta vez, la naturaleza no quiere compensar nuestro esfuerzo y no nos brinda las vistas espectaculares que, sin duda, hay desde allá arriba. Son las 11:30, y hemos tardado unas 4 h hasta la cima (habría que descontar media hora de pérdida). Disfrutamos el momento con los checos, y retomamos el camino al CB. Adelantamos a los japos, que siguen con cara de miedo y agotamiento. Tres horas después, y tras un descenso relajado, estamos tomando un chai, charlando sobre lo bonito que es el Kaçkar y los pocos compatriotas que pasan por aquí.

Esperamos que alguien le entre el gusanillo y le apetezca venir a estas montañas… y que comparta sus experiencias.

AUDIOVISUAL EN:

http://www.photodex.com/sharing/viewalbum.html?alb=133295


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viernes, 9 de mayo de 2008

Unas escaladas por Asturias







Escalamos en la escuela de Arenas de Cabrales y Pelúgano, durante el puente de Mayo.