jueves, 21 de julio de 2016

SANJUANADA 2016, UN PASEO POR ORDESA

Una nueva edición de la clásica Sanjuanada, con el aliciente de que este año cayó el fin de semana del 25 de Junio.


El objetivo no estaba claro y no había una decisión determinada de subir a ningún pico, más bien un ‘vamos tirando y ya veremos’. Si bien es cierto que el destino final no estaba nada claro, también lo es que teníamos decidido cómo empezar y por dónde terminar: subiríamos por la preciosa Faja de las Flores y bajaríamos por las Clavijas de Cotatuero. Todo lo que queda en medio de ambos parajes era incierto.




Aprovechamos que era el último fin de semana en el que se podía aparcar en la Pradera de Ordesa, y subimos hasta allí en coche.

Desde el parking, parece absolutamente imposible que exista un camino allí, colgado entre los enormes farallones calizos del valle de Ordesa.


Ascendemos por el precioso Circo de Carriata. El primer grupo (Javier, Borja y yo) salimos a las 7:15, con la fresca. La primera parte es por bosque, un poco sofocante. El imponente Tozal de Mallo nos acompaña los primeros tramos de la ruta, siendo posible subirlo (hay que añadir unos 45’ más de tiempo). Para alcanzar la faja hay que salvar unos 1000 m de desnivel.


El camino está perfectamente indicado. Nosotros seguimos las indicaciones que nos dirigen a las clavijas.


Las clavijas son dos tramos equipados consecutivos. El segundo de ellos, algo más vertical, y que no revierten dificultad.





A la faja llegamos tras 2h20. El camino es espectacular. Es suficientemente ancho y bien trazado para que no dé en ningún momento impresión de peligro.


El tercio final nos depara un par de recodos donde contemplamos una de las mejores vistas del Pirineo, y sin duda la mejor del Valle del Ordesa.


Abandonamos con algo de pena la Faja, y nos encaminamos hacia el Taillón.

Hay que atravesar una zona kárstica, al Oeste del Pico del Descargador, incómoda para caminar pero muy curiosa. Alcanzamos atravesando neveros el Collado de Millaris. Allí tenemos que optar por ascender hasta la Brecha de Rolando, y de allí al Taillón… o no hacerlo. Yo no llevo crampones, y lo cierto es que al resto del grupo no se les ve muy motivado. Así que decidimos ir a Cotatuero.


De bajada nos encontramos con el grupo de Jose Angel, Toñi y Miquel, a los que no cuesta mucho convencer por volver todos juntos.

Para alcanzar las clavijas, debemos descalzarnos y vadear el río. El agua está helada y al salir, el dolor es, digamos, musical (por loe berridos que pegábamos, claro).


El circo de Cotatuero es un impresionante farallón con un solo punto débil. Las clavijas. Siempre me había imaginodo el pasaje en mitad de una pared gigante. No es así, pero no deja de ser un paso, cuanto menos interesante.

Las clavijas de Cotatuero fueron instaladas en 1881 por el herrero de Torla, a petición de un cazador inglés. Al final no se llegaron a emplear para este fin, ya que un asunto familiar obligó al cazador a regresar con urgencia a su país. Las clavijas, desde entonces, han quedado para el uso y disfrute de montañeros.


Hay un cable para poder asegurarse perfectamente.


Poco después, un destrepe con más clavijas y sin cable, objetivamente más complicado que el pasaje horizontal.

Desde allí, el descenso hasta el coche es algo pesado, pero la charla con los amigos de toda la vida hace que sea mucho más ameno.

En total, hemos hecho unos 1400 m de desnivel, y tardamos 10 horas, contando paradas, risas, el paso del río y todo tipo de pérdidas de tiempo.

Al día siguiente... la ferrata de la Cascada del Sorrosal